Yo también soy hijo de migrantes

Yo también soy hijo de migrantes

  • On 21 de marzo de 2024

OMPRESS-PANAMÁ (21-03-24) El Papa Francisco ha enviado una carta al grupo de migrantes que se encuentran en el Campo de Acogida de Lajas Blancas, a las afueras de la selva panameña del Darién. La Iglesia está comprometida con todos aquellos que se atreven a atravesar lo que se conoce como el “Infierno del Darién”. Este campo acoge alrededor de 3.000 migrantes que provienen de Venezuela, Ecuador o Colombia. Esto les ha dicho el Papa:

“Queridos migrantes: Quisiera estar ahora acompañándoles personalmente. Yo también soy hijo de migrantes que salieron en búsqueda de un mejor porvenir. Hubo momentos en que ellos se quedaron sin nada, hasta pasar hambre; con las manos vacías, pero el corazón lleno de esperanza.

Agradezco a mis hermanos obispos y agentes de pastoral que me representan ante ustedes. Ellos son el rostro de una Iglesia madre que marcha con sus hijos e hijas, en los que descubre el rostro de Cristo y, como la Verónica, con cariño, brinda alivio y esperanza en el viacrucis de la migración. Gracias por comprometerse con nuestros hermanos y hermanas migrantes que representan la carne sufriente de Cristo, cuando se ven forzados a abandonar su tierra, a enfrentarse a los riesgos y a las tribulaciones de un camino duro, al no encontrar otra salida.

Hermanos y hermanas migrantes, no se olviden nunca de su dignidad humana. No tengan miedo de mirar a los demás a los ojos porque no son un descarte, sino que también forman parte de la familia humana y de la familia de los hijos de Dios. Y gracias por estar ahí. Que Jesús los bendiga y la Virgen Santa los cuide. Y por favor, no se olviden de rezar por mí”.

En noviembre de 2022, las Conferencias Episcopales de Colombia y Venezuela aunaban esfuerzos para hacer frente a la crisis migratoria que obligaba a huir a tantas familias y atravesar la región del Urabá Darién, para dirigirse hacia el norte por el Istmo centroamericano. Es el conocido infierno del Darién, decían los obispos, “por las situaciones de enfermedad, robos, violaciones, accidentes, y explotación por parte de quienes ven una oportunidad de grandes ganancias económicas, sin ningún control institucional local y nacional”. Las diócesis por donde pasan los emigrantes hacen todo lo que está en su mano por prestarles ayuda, por lo que la coordinación resulta esencial. Se trata de salvaguardar “rutas seguras de tránsito, ordenadas, informadas, reguladas y que respeten los derechos humanos”.

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