La oración misionera y la misión orante

La oración misionera y la misión orante

  • On 9 de febrero de 2024

OMPRESS-MADRID (9-02-24) Este miércoles 7 de febrero el profesor de la Universidad Eclesiástica de San Dámaso, Jaime López Peñalba, impartía el seminario “La primera obra misional: la oración”. Se trata de uno de los actos que jalonan el curso en la Cátedra de Misionología de esta Universidad.

Jaime López Peñalba es profesor adjunto a la Cátedra en la Facultad de Teología de la Universidad San Dámaso y profesor estable del Instituto Superior de Ciencias Religiosas de la Universidad San Dámaso. Es además Director del Centro Ecuménico de Madrid y Viceconsiliario del Movimiento de Cursillos de Cristiandad en España. Su especialidad es la Teología Espiritual.

El profesor López Peñalba comenzó su exposición poniendo de relieve la inicial dualidad de la vida contemplativa y la vida activa, puesta ya de relieve en el pasaje evangélico de Marta y María. El contexto intelectual helénico impulsó en los santos y primeros padres de la Iglesia una inclinación manifiesta por la vida contemplativa. Fue San Agustín quien pone el acento en una “vida activa que comunica lo que se ha contemplado”. Será el contemplata aliis tradere de Santo Tomás de Aquino. Pero sigue habiendo una visión de “dos posturas alternativas”.

En esta exposición, explicaba Jaime López, se debería evitar esta dualidad por lo que quizás el mejor título sería “la oración misionera y la misión orante”, porque las dos cosas están interpenetradas. Porque la “oración cambia la misión y la misión cambia la oración”. Es pensar las cosas desde Cristo, tomar como punto de partida a Cristo. Jesús, el orante. Missio significa envío, y es la gran aportación del Vaticano II, redescubrir que la Iglesia es misionera, que todo fiel cristiano es misionero. Misión es el envío que recibimos de Dios. Por su parte, Oratio viene de os, boca. Las palabras que salen de la boca dirigidas a Dios. Es una relación activa y persona con Dios. Missio y oratio están relacionadas con Dios. Y ambas están hechas de los mismos ingredientes, “la misión es un acto de amor, pero como también lo es la oración”, por lo que no están tan separadas. “Tienen también una estructura común, la del diálogo del amor”. Jesús es el enviado y también es el orante. Si se quiere saber quién es Él, hay ver sus momentos de oración. Hace las oraciones de su pueblo, hereda la tradición religiosa de su pueblo. Va a las sinagogas, respeta el sábado, peregrina al templo… Pero también va más allá, la intimidad, la oración personal, el retirarse… Cuando va a hacer gestos especialmente poderosos reza como si estuviera solo. La Pascua es una gran oración desde el mismo cenáculo. Es decir “Jesús reza como todos pero reza como nadie”. Ha sido enviado como el orante. “No es suficiente con decir que la oración es el punto de partida de la oración”, es necesario que la oración sea un vínculo constante con Dios, que nunca es dejada atrás. La oración es fuente y siempre está manando. La misión siempre nace del manantial.

La espiritualidad misionera ha estado muy presente en el magisterio reciente de la Iglesia. Cómo cuidamos la vida interior del misionero para que la actividad apostólica nunca se apague, siempre mantenga vida, fuerza, fuego. El Papa Pablo VI hablaba de las actitudes interiores que había que cuidar; Juan Pablo II habla de una espiritualidad propia del misionero; y el Papa Francisco habla de evangelizar con el Espíritu, llevado por Él, para estar más sincronizado con Cristo, con el plan de Dios Padre…

Los instrumentos vivos de Dios son los hombres orantes. “La oración hace vivo al misionero”, señalaba el profesor de San Dámaso, que hace posible una misión cristiana auténtica. Y una parte importante de la misión de la Iglesia consistes “en anunciar la oración”. La misión tiene una gran variedad de “frentes”, anunciar el kerigma, empeñarse en la nueva evangelización, atender a las necesidades sociales y al desarrollo del hombre… proyectos para hacer crecer la Iglesia, un seminario, una parroquia… “pero también tiene que anunciar la oración”, es parte de la Buena Noticia que la Iglesia lleva al mundo. Los tres ejes que edificaban la Iglesia de los primeros siglos, las tres claves de identidad, eran Eucaristía, bienes y Padre Nuestro. Era la identidad de los primeros cristianos. Junto a este “anunciar la oración hay que poner el orar la misión”. Simplemente rezar nuestras actividades misioneras. En la oración deben estar las personas a las que se es enviado. “Algo tremendamente potente en la vida del misionero porque une lo que somos y lo que hacemos”. Por eso, como insiste el Papa Francisco, la intercesión es la oración más misionera. “Cuando nos ponemos a rezar por otros, nos estamos pareciendo mucho a Jesús”. Entramos en el designio de salvación del Padre, “llenando el corazón de personas”. Es por ello central la figura de Santa Teresa del Niño Jesús, que cultivaba la oración de intercesión.

Finalmente, concluía su exposición, hay que tener presente que orar hace la Iglesia, porque la Iglesia nace de la Eucaristía, y de la oración. “Cuando hay oración, ha nacido la fe, se levanta la Iglesia”.

Aquí el vídeo de la intervención.

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