“Vive, entrégate, da lo mejor de ti misma sin pensar en recompensas”

“Vive, entrégate, da lo mejor de ti misma sin pensar en recompensas”

  • On 6 de septiembre de 2022

OMPRESS-ROMA (6-09-22) El pasado 25 de agosto fallecía en Roma a los 78 años la misionera tinerfeña María del Carmen Larai Martín, religiosa de las Hijas de María Auxiliadora, tras toda una vida dedicada a África, en la República Democrática del Congo y Ruanda. Nacida en Guía de Isora, fue nombrada Hija Predilecta de su municipio natal por su labor humanitaria. Tras su fallecimiento las banderas oficiales de la corporación municipal ondearon a media asta y con un crepón negro para recordarla. En una nota de la corporación municipal se decía: “Sor Larai se marcha, pero nos deja sus enseñanzas: el valor de velar por el prójimo, la dedicación por los demás y el cuidado de los más desfavorecidos”.

La religiosa, de madre isorana y padre indio, fue criada por su tía Benigna después de que su padre regresase a la India y su madre muriese cuando ella solo tenía cuatro años. A punto de terminar sus estudios de magisterio ingresó en la Congregación de las Hijas de María Auxiliadora. Su primer destino misionero fue la República Democrática del Congo donde estuvo 17 años, para luego llegar a Ruanda, donde le tocó vivir los tristes acontecimientos de 1994, con los enfrentamientos étnicos entre hutus y tutsis. Tuvo que abandonar el país. Volvería de nuevo a la República Democrática del Congo. Después pasaría a formar parte de la Cada General de Roma y, como visitadora recorrió el mundo, apoyando la labor que las religiosas de María Auxiliadora hacen en países como Lesoto, Zambia, Burundi, Etiopía… donde ha vivido su misión hasta hace poco.

En esta tierra en que vivo desde mi juventud, donde me siento inmensamente feliz y donde quisiera dejar mis huesos, sí que he visto muchas cosas y oído otras tantas alentadoras. Pero hay momentos en que el desaliento se apodera de mí, parece como si todo se perdiese en este inmenso océano que es el Congo, un país en el que su riqueza es su miseria.

El año pasado escribía desde su Misión de Kafubu, en el Congo, con motivo del Domund: “Los críos corren en los poblados, la mayoría de los jóvenes vagabundean, los padres no saben cómo y a dónde recurrir para dar a sus hijos una educación, una formación… Hay huelga de maestros y de profesores… y con rabia yo misma digo: ¡tienen razón! ¿Cómo vivir con una paga súper miserable? Nos da la impresión que el país –aun en medio de tantas promesas– está vendido, está en manos de los que se van haciendo cada vez más poderosos y la mayoría no puede consumir al día ni una triste sardina… Pero me digo: Mari Carmen Larai, es aquí donde Dios te quiere para seguir plantando, regando y si no hay cosecha no te desalientes… Vive, entrégate, da lo mejor de ti misma sin pensar en recompensas… solo ‘YO’ puedo ser la causa de tu alegría… y creedme que, sin ninguna ambición, estas palabras, que siento susurrar en mi corazón, ¡me dan tanta paz!”.

 

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