Verano misión: “Hemos vuelto misionados”

Verano misión: “Hemos vuelto misionados”

  • On 1 de septiembre de 2022

OMPRESS-MÉXICO (1-09-22) Un grupo de 70 chicos de Juventud Misionera del Regnum Christi ha vivido este pasado julio una experiencia de misión este verano en la prelatura de Cancún-Chetumal, México. Una experiencia de compartir la fe que, dicen, les ha hecho “crecer en el amor a Dios” y volver “misionados”.

En los últimos 10 años los destinos de misión en verano de Juventud Misionera han ido desde la Selva Guaraní, en Argentina, al Pico de Orizaba, en México, pasando por Guatemala y Guinea Ecuatorial. Jesús Pérez, sacerdote segoviano Legionario de Cristo, cuenta cómo vivieron esta última experiencia:

“Hacía 22 años había estado en esa diócesis misionera de Cancún-Chetumal, en México, en mi primer verano como sacerdote. Ahora he vuelto con 70 chavales de 17-18 años del grupo Juventud Misionera del Regnum Christi, familia espiritual y apostólica a la que pertenezco como sacerdote Legionario de Cristo. Estuvimos 15 días en esas benditas tierras mayas, en poblados cercanos a Carrillo Puerto, en el interior de la selva.

Nuestra finalidad era misionar hacia dentro y hacia fuera, es decir, que los chavales hicieran una experiencia espiritual y misionera intensa de donación de sí mismos y de encuentro con Cristo, y también dar un impulso a la evangelización que ya están realizando en esa zona los sacerdotes y catequistas del lugar. La misión hacia fuera: consolidar la evangelización de los mayas con los sacramentos, las catequesis y las actividades con los niños. Y la misión hacia dentro: que nuestros chicos vivan su amistad con Cristo y también la transmitan a los demás.

Ahí están de misioneros dos sacerdotes compañeros míos; conocía a ambos de nuestros tiempos de seminaristas, especialmente a uno de ellos, el P. Martín Rivas, que es madrileño. Ellos atienden la ciudad de Carrillo Puerto y más de 35 ejidos (poblados) con unas 35.000 almas. Pudimos echarles una buena mano para hacer más presente a la Iglesia de la misericordia en poblados en los que ellos apenas pueden visitar cada 15 días.

Los 70 jóvenes misioneros se distribuyeron en cinco poblados; les acompañábamos dos sacerdotes y varios responsables de grupo. Nuestros chicos dormían en las escuelas o en algún espacio que la comunidad local les cedía, en hamacas, catres o como mejor podían, tratando de evitar los mosquitos y los alacranes. Las comunidades les preparaban la comida, la misma de la gente del lugar: frijoles, tortillas de maíz, pollo, pasta; alguna vez taquitos de carne o mole.

Los misioneros hacían visitas casa por casa, para rezar con las familias, invitarlas a las catequesis, formaciones y celebraciones litúrgicas de estos días. En cada poblado tuvimos misa todos los días, confesiones, formaciones y también muchas actividades para los niños. Gracias a Dios, nos recibieron muy bien; al inicio con un poco de timidez y recelo (los mayas por lo general son reservados y muy tranquilos). También ayudamos a pintar y sanear algunas capillas.

En los poblados no encontramos miseria, pero sí pobreza y falta de formación, alcoholismo, abandono familiar, sectas e ignorancia. En muchos niños notamos muchísima falta de afecto y atención. Los hombres trabajan en la milpa (pequeño terreno que ganan a la selva para sembrar maíz y frijol), otros en invernaderos y madereras, otros en la construcción y servicios en las zonas hoteleras que no están demasiado lejos (Cancún, Playa del Carmen); y las mujeres se dedican sobre todo a las labores domésticas y educación de los hijos. Como el clima es semitropical, hace mucho calor (más de 30 grados de media) y mucha humedad. Por eso el pueblo maya es muy tranquilo, pausado; es difícil trabajar con intensidad en las horas centrales del día.

Al volver a España todos, los 70 chavales, los responsables de grupo y los sacerdotes, hemos repetido la misma frase: ‘fuimos a misionar y volvemos misionados’. Porque compartir la fe con los demás es crecer en el amor a Dios. Dios quiera que en aquí, en nuestra querida España, recobremos la fe viva y el empuje misionero para ser de verdad ‘discípulos y misioneros de Jesús’”.

 

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