V Congreso Americano Misionero: “La alegría apasionante del Evangelio”

V Congreso Americano Misionero: “La alegría apasionante del Evangelio”

  • On 12 de julio de 2018

OMPRESS-BOLIVIA (12-07-18) Ayer, el obispo de la diócesis de Choluteca, Honduras, Mons. Guido Charbonnea, impartió la primera ponencia del Congreso, en la que expuso los cinco pilares que sientan las bases del trabajo misionero, una labor en la que siempre deben estar presentes la alegría, la pasión y la buena noticia.

En su exposición, titulada “La Alegría apasionante del Evangelio”, Mons. Charbonnea dijo que, en este mundo lleno de malas noticias, la actitud y el tono profético del misionero debe ser la vivencia de la alegría del encuentro con Jesús y por eso mismo, el primer requisito debe ser comunicar con gozo el encuentro con el resucitado, una alegría que debe ser contagiosa y que debe traducirse en conversión, en una experiencia personal y en los frutos del Espíritu Santo que expresa San Pablo.

Estamos llamados a llorar con los que sufren y a acompañar a los pobres y a los oprimidos, pero lo que no tenemos derecho es a ser “cristianos con cara de vinagre”. Y añadía: “Los misioneros sabemos que la fuente de la alegría es Jesús que nos ama y que no es doctrina o una moral pesada que oprime la libertad”. Por eso, “la palabra de Dios debe pasar de la cabeza al corazón y comprender que cuando Cristo se aleja de nosotros hay tristeza”.

Dijo que una de las mejores maneras de encontrar la alegría del Evangelio está en las Bienaventuranzas, pues la dicha que mencionan significa santidad y constituye un giro que va a experimentar el creyente tanto en su situación personal como en las condiciones sociales. “El camino de la felicidad pasa por las bienaventuranzas”, recordó, al tiempo que Dios concede también la fortaleza para sobrellevar experiencias de tribulación y de pobreza.

Finalmente, Mons. Charbonnea invitó a los participantes del Congreso Americano a buscar la alegría en la misericordia de Dios, que lo expresó de la manera más radical, al dar la vida por los demás y también a buscar el gozo en la eucaristía, una dicha que tenemos los católicos de recibir cotidianamente el alimento para mantenernos en el camino de la evangelización.

 

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