Una Sierva de María al lado de las víctimas de la trata

Una Sierva de María al lado de las víctimas de la trata

  • On 22 de noviembre de 2022

OMPRESS-TAILANDIA (22-11-22) La hermana Grazia Patthayaporn Sangkarat pertenece a la congregación de las Siervas de María, Ministros de los Enfermos. Esta religiosa tailandesa trabaja en los campos de refugiados de las montañas y forma parte de la red internacional Talitha Kum, que aúna a religiosas de todo el mundo en su lucha contra la trata de seres humanos. En este testimonio recogido por la misma red Talitha Kum, cuenta cómo lleva adelante esta labor.

“Soy la Hna. Grazia Patthayaporn Sangkarat, una hermana de las Siervas de María, Ministros de los Enfermos (S. de M.). Como religiosa, soy parte de la red inter congregacional de Talitha Kum Tailandia. También estoy actualmente trabajando con Caritas en los campos para refugiados en las montañas. Nuestra identidad como religiosas y miembros de Talitha Kum es crear conciencia entre los más vulnerables y brindarles la capacidad de poder sostenerse por sí mismos económicamente ya sea creando o construyendo algo. Adicionalmente, les proveemos con educación para que así puedan protegerse, a ellos y a sus familias. Es una experiencia reconfortante estar en contacto con muchas hermanas religiosas para promover los esfuerzos de Talitha Kum para prevenir y acabar con el tráfico de personas.

Trabajar contra el tráfico de personas en Tailandia es un reto muy importante porque tenemos fronteras con Myanmar y Camboya; y Tailandia también acoge a personas de Vietnam que entran por Laos. En las montañas, muchas personas están huyendo y escapando de Myanmar por la violencia y guerra que ha habido durante años. Además, nuestro anterior gobierno promovía la prostitución de mujeres, hombres, niños y niñas, y las personas veían esto como una manera fácil de obtener dinero. Siento que como trabajadores sociales, no podemos vivir de una manera pasiva frente a esta realidad. Tratamos de hacer todo lo que podemos para ayudar a las personas a mejorar su calidad de vida a través de la educación para todos; ayudando a todos, no solo a los tailandeses o a los cristianos, sino a cada persona que necesita apoyo. Creo que nuestro mayor reto es el de crear conciencia entre los jóvenes, que a veces no son capaces de distinguir que está bien y que está mal. Me preocupo mucho cuando los veo en los campos de refugiados, donde viven en pobreza y tienen mucho tiempo libre. Tienden a seguir todo lo que observan en internet, en las redes sociales y en los videojuegos, que pueden ser muy violentos. Los jóvenes también pueden terminar atrapados en el consumo y venta de drogas; una vez que entran en el tráfico de drogas, es muy difícil que salgan y encuentren otros trabajos. Luchamos para inspirarlos a ser útiles para la sociedad. Para mí, esto es muy trágico.

La experiencia más hermosa es cuando ayudo a mujeres, hombres, jóvenes, y niños, que han sido víctimas del tráfico de personas, a superar estas malas situaciones. Me siento bendecida por ayudarles y caminar a su lado mientras se reincorporan en la sociedad. Esto me llena de felicidad. Es maravilloso ver cómo una persona supera las dificultades. Mi corazón sufre cuando veo nuevos casos y situaciones complicadas de personas que sufrieron el tráfico como víctimas. Les resulta difícil superar esas experiencias traumáticas, y a algunos les lleva mucho tiempo sanarse. Me siento como una madre. Una madre cuyo hijo está sufriendo. Como madre, mi corazón se destroza al ver a mi hijo que sufre, sin poder seguir con su vida por el trauma que ha sufrido. Como madre, haré todo lo posible por ayudarle. Guardo en mi corazón mis oraciones y aunque es difícil superar esta lucha, confío en Dios y trato de ayudar y sanar donde se necesite. Creo que mis experiencias dolorosas no son pasivas sino activas. De hecho, solo deseo la curación de las víctimas y supervivientes. No se trata de mi éxito sino de la gloria de Dios, que es quien nos ayuda a superar estas experiencias tan dolorosas. Confío en Dios y sé que me llama a crecer en esperanza, confianza, y amor a Cristo.

Estoy convencida que ser parte de Talitha Kum ayuda a superar mejor la trata de personas. Espero y rezo para que los jóvenes de muchos países, Indonesia, Japón, Filipinas, Tailandia y Vietnam, se unan a nuestros esfuerzos y redes; me dan esperanza. También creo que debemos participar activamente en compartir nuestra comprensión de la trata de personas y ayudar a las víctimas a encontrar fortaleza en Talitha Kum. Dentro de esta colaboración interreligiosa, debemos poner en práctica el ‘Llamado a la acción’ de Talitha Kum. Esto nos ayudará a aprender de otros países, así como a fortalecer la información, la comunicación, la prevención, la creación de redes y la promoción. Si somos capaces de hacer todo esto, estaremos aumentando el compromiso y el interés de los jóvenes en la misión y visión de Talitha Kum en la lucha contra la trata de personas. Talitha Kum Tailandia colabora con el gobierno gracias a la ley tailandesa contra la trata de personas. Sin embargo, no nos detenemos ahí. Como esposas de Cristo, somos parte de congregaciones religiosas que brindan cuidado y esperanza para restaurar la dignidad humana. Nuestro objetivo es lograr esto promoviendo el acceso a la justicia y ayudando a las personas en su camino. Me siento respaldada cuando trabajó junto a muchas congregaciones religiosas diferentes y me reúno con ellas. Creo que todo está guiado por las manos de Jesucristo y Jesús que nos ama, a mí y a ti. Él nos ayuda a convertirnos en amor; para ayudar a las víctimas de la trata de seres humanos a levantarse y tener una vida digna”.

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