Un santuario al primer beato mártir nacido en Estados Unidos
- On 20 de febrero de 2023
OMPRESS-ESTADOS UNIDOS (20-02-23) El pasado viernes, 17 de febrero, tenía lugar en Oklahoma City la misa de dedicación del Santuario del Beato Stanley Rother, sacerdote misionero de esta diócesis norteamericana en Santiago Atitlán, Guatemala, y primer mártir nacido en Estados Unidos en ser beatificado. El Papa Francisco en la carta enviada con motivo de su beatificación en 2017 describía al misionero como una persona con una fe y una unión con Dios profundas. Recordaba además el firme compromiso de este sacerdote de “extender la palabra de Dios en tierras de misión, viviendo fielmente su sacerdocio y su servicio misionero hasta el martirio”. Antes de la misa de dedicación del nuevo santuario, se organizó una peregrinación a pie desde Okarche, la ciudad natal del Beato Stanley. Se recorrió el camino hasta el nuevo Santuario del Beato Stanley Rother, situado en el sur de Oklahoma City.
Stanley Rother nació en 1935, creció en una granja y asistió a la iglesia y escuela de la Santísima Trinidad de su pueblo, Okarche. Se sentía llamado al sacerdocio, pero tuvo problemas con los estudios, sobre todo con el latín. El obispo de Oklahoma en ese momento, Mons. Victor Reed, le dio otra oportunidad y lo envió al Seminario de Mount St. Mary en Emmitsburg, Maryland. Allí sería ordenado el 25 de mayo de 1963. Tras varios viajes para echar una mano a la misión de Santiago Atitlán, fue aprendiendo español. Incluso aprendió suficiente de la lengua tzutuhil maya que hablaban los indígenas como para poder usarla en la predicación.
Finalmente partió como misionero, pasando 13 años de su vida en la zona, alternando la celebración de los sacramentos con la formación religiosa y social, y aprovechando su experiencia trabajando en el campo y sus conocimientos de mecánica. Arreglaba camiones, impulsaba la cooperativa agrícola, el hospital, la emisora de radio, la primera católica en la región. Destacó su labor en 1976, cuando un terremoto asoló Guatemala. Quien tuvo dificultades con el latín cuando era joven, ya como misionero, tradujo el Evangelio al tzutuhil, ayudando a crear la forma escrita de esta lengua centenaria, hablado por los mayas de la zona.
Una verdadera guerra civil no declarada asoló el país de 1971 a 1981, con numerosos asesinatos de periodistas, granjeros, catequistas y sacerdotes, acusados falsamente de comunismo. Tanto la misión del padre Rother, como la ayuda que prestaba a las víctimas de la violencia fueron consideradas subversivas.
Con un precio por su cabeza, regresó a Oklahoma, pero fue entonces cuando le llegaron noticias de que estaban matando a gente que conocía, a su gente. No dudó en volver, sabiendo lo que habría de pasar: “El pastor no puede correr a la primera señal de peligro”. Así que volvió de nuevo.
El 28 de julio de 1981, tres sicarios irrumpieron en la rectoría de Santiago Atitlán y mataron a balazos al padre Stanley, tenía 46 años. Peleó, pero optó por hacerlo en silencio para no despertar a las religiosas que tenían su casa cerca, y poner en peligro sus vidas. Fue uno de los 10 sacerdotes asesinados en Guatemala ese año. “Le dijimos: Padre, si vienen, grite, y venimos a defenderlo. Pero él dijo: No voy a gritar porque si me matan, los matarán a todos ustedes también”, dijo la hermana Felisa Muxtaytum, una hermana misionera del Sagrado Corazón de Jesús que vivía en Santiago Atitlán en aquel tiempo. Fue enterrado en Oklahoma, pero su corazón y un frasco de su sangre permanecen en Guatemala.
La misa de su beatificación fue un signo del amor y de su compromiso con el Evangelio que unió Guatemala y Oklahoma. De hecho, fue una misa multilingüe, con partes en español, en comanche, tzutuhil e incluso vietnamita. Esta última por la gran comunidad católica vietnamita de la zona. Poco antes de su muerte, cuando una religiosa le preguntó si quería que hiciera algo en caso de que le mataran, el misionero respondió: “Levante el estandarte de Cristo resucitado”.