Un paso más hacia la santidad de la misionera de los maoríes
- On 7 de noviembre de 2019
OMPRESS-NUEVA ZELANDA (07-11-19) La semana pasada los cinco obispos de Nueva Zelanda eran recibidos por el Papa Francisco durante la visita ad limina que han realizado a Roma. Tuvieron una audiencia privada de hora y media en un clima de fraternidad. Como explicaba el obispo de Hamilton y secretario de la Conferencia Episcopal Neozelandesa, Mons. Stephen Lowe, el Papa Francisco mostró especial interés por los habitantes de la ciudad de Christchurch, tras los ataques a una mezquita, el pasado 15 de marzo, y los terremotos sufridos en el 2010 y 2011. Los obispos quedaron muy impresionados con la sensibilidad pastoral del Papa y sus ideas sobre los desafíos que se enfrentan al evangelizar. También estaba muy interesado en cómo están cambiando las parroquias para ser más misioneras.
Uno de los temas tratados durante esta visita a Roma ha sido la posible canonización de la hermana Suzanne Aubert. “Dos expertos médicos examinarán los extensos informes del posible milagro atribuido a Suzanne Aubert”, explicaba Mons. Lowe. Si el examen es positivo los pasos siguientes serán una comisión teológica, la aprobación por la Congregación para las Causas de los Santos y la aprobación del Papa Francisco. Suzanne se convertiría así en la primera beata de Nueva Zelanda.
Nacida en Francia en 1835, Suzanne Aubert llegó a Nueva Zelanda como misionera en 1860, donde fundaría la congregación de las Hijas de Nuestra Señora de la Compasión. Con un afecto entrañable por los maoríes, erudita, innovadora en temas sanitarios y pionera del bienestar social, se volcó en la defensa de niños, pobres y enfermos “de todos los credos y ninguno”. La localidad maorí Hiruhārama (Jerusalén) en el río Whanganui se convirtió en un lugar muy especial para la misionera, porque en esta aldea maorí en 1892 fundó la congregación. Mientras estaba en Hiruhārama, escribió y publicó su Manual de Conversación en Maroí, escrito con la intención de que tanto maoríes como europeos convivieran en la nueva sociedad. En Hiruhārama, Suzanne y sus hermanas, impartían clases, cultivaban e incluso comercializaban medicinas. La misionera murió en 1926 a los 91 años. Los obispos de Nueva Zelanda presentaron su proceso en 1997. La investigación a nivel diocesano concluyó en 2004. Desde esa fecha Suzanne Aubert recibió el título de “Sierva de Dios”. Tras la aceptación formal en Roma, el Papa Francisco la declaró “Venerable” en 2016, el paso clave antes de ser declarada “Beata”.