Un padre para la Iglesia en Camboya

  • On 2 de marzo de 2021

OMPRESS-CAMBOYA (2-03-21) Acaba de fallecer el obispo misionero Yves Ramousse, el que fuera vicario apostólico de Phnom-Penh y uno de los últimos participantes vivos del Concilio Vaticano II. Gracias a su paciencia, sabiduría y valentía la Iglesia de Camboya resucitó de sus cenizas a partir de los años noventa, tras decenios de dolor y persecución.

Yves Ramousse nació en 1928 en Sembadel, Francia y se ordenó sacerdote del seminario de Misiones Extranjeras de París en 1953. En 1957 partía con destino a Camboya, el destino misionero de toda su vida. Estudió jemer y vietnamita en Banam y después en la parroquia de San Pedro y San Pablo de la capital, en Phnom Penh. En 1960, era profesor en el seminario mayor de Saigón antes de pasar al seminario menor de Phnom Penh al año siguiente. Sería nombrado vicario apostólico de Phnom Penh con sólo 35 años en 1962 y, como obispo, participó en el Concilio Vaticano II. En 1968 fundó con los dos obispos de Laos, la Conferencia Episcopal de Laos y Camboya (CELAC), que en 1974 quedaría en suspenso como tantas otras cosas en Camboya, durante los terribles años del Khmer Rojo, hasta 1992.

El joven obispo, que volvió del Concilio Vaticano II, estaba lleno de entusiasmo y, ante todo, trabaja para hacer un inventario de la misión en Camboya. Invita al canónigo Boulard, sociólogo, a determinar los desafíos de la pastoral en Camboya. Este último pone de relieve la brecha entre una Iglesia rural y esencialmente orientada a las minorías, y un país en plena urbanización y que lidera una política nacionalista. Mons. Ramousse impulsó la puesta en práctica del concilio, pidiendo a los sacerdotes que celebraran en lengua vernácula. Además del ordinario de la misa, aparecen varios escritos cristianos en camboyano. La labor de traducción de la Biblia se remonta a esta época. Se entabla una relación de respeto y conocimiento del budismo, lo que permite a los misioneros echar una nueva mirada al entorno no cristiano de su apostolado.

La ordenación de varios sacerdotes camboyanos durante los años 1950-1960 llevó al obispo Ramousse a entregarles gradualmente el cargo de gobierno pastoral. Con esto en mente, obtuvo de Roma la división del vicariato apostólico de Phnom Penh en tres circunscripciones: el 26 de septiembre de 1968 se crearon las prefecturas apostólicas de Battambang y Kampong Cham. El camboyano Paul Tep Im es puesto al frente de la Iglesia en Battambang, y André Lesouëf, en Kampong Cham. Pero la falta de vocaciones sacerdotales camboyanas todavía no permite una transmisión definitiva de la autoridad eclesiástica a los sacerdotes indígenas. El obispo Ramousse decide fundar un seminario mayor en la península de Chrouy Changvar, frente a Phnom Penh, con la vista puesta en lograr una Iglesia que fuera ya plenamente camboyana.

Pero en marzo de 1970, la situación política se deteriora. Estalla la guerra civil y los vietnamitas abandonan Camboya. La comunidad cristiana pasa de más de 65.000 fieles a sólo 7.000, y de 185 religiosas a unas pocas hermanas que permanecieron en Camboya y que, en su mayor parte, encontrarán la muerte durante los años oscuros del régimen de Pol Pot. Además, la guerra civil que estalla paraliza la actividad misionera.

El estallido de la ofensiva final de los Jemeres Rojos en Phnom Penh en 1975 obligó a los misioneros a tomar medidas para asegurar el futuro de la Iglesia en Camboya. El obispo Ramousse invita a los misioneros que aún permanecen en Camboya a elegir si se van con los últimos aviones s o se quedan. Él mismo tomará la decisión de permanecer con los padres Robert Venet, Emile Destombes y François Ponchaud. Detenidos, todos los extranjeros fueron reunidos en la Embajada francesa y expulsados finalmente del país. Unos años más tarde, el obispo Ramousse declaraba: “El exilio es la negación de ser enviado en misión. Somos rechazados como algo innecesario. Nos enfrentamos a un vacío. Muchos misioneros cayeron en depresión porque nunca pudieron llenar ese vacío”.

Un año después de su expulsión, dimitió de su cargo de vicario apostólico, y se trasladó a Indonesia para permanecer cerca de Camboya, y ocuparse de los numerosos refugiados. El 6 de enero de 1983, la Congregación para la Evangelización de los Pueblos creó la Oficina de Promoción del Apostolado para los Camboyanos y le confió la responsabilidad. Su propósito es ayudar a los refugiados bautizados en el extranjero a entrar en contacto con parroquias y diócesis.

No fue hasta 1989 cuando pudo volver, con la retirada del ejército vietnamita que había invadido Camboya y el resquebrajamiento del comunismo a nivel mundial. La mayoría de los edificios religiosos habían sido destruidos, incluida la catedral de Phnom Penh que había sido volada. Los cristianos murieron o se dispersaron. Todos los sacerdotes y religiosos camboyanos habían desaparecido. Pero encuentra finalmente un minúsculo grupo de cristianos. En 1992 vuelve a ser vicario apostólico, a petición del rey Sihanouk. Su prioridad, como antes de la tragedia, será el clero diocesano. Forma un pequeño grupo de seminaristas. En 2001 se ordenan cuatro sacerdotes camboyanos, cuando el obispo misionero ya ha renunciado a su cargo de Vicario Apostólico.

Hasta 2013 estará al frente de la parroquia de Sihanoukville, donde sería un pastor incansable y cercano. Se retiró a Montbeton, Francia. Murió de covid-19 en el silencio de un hospital.

 

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