Segundo día del Papa en Chile, con los pueblos originarios, los jóvenes y los universitarios

Segundo día del Papa en Chile, con los pueblos originarios, los jóvenes y los universitarios

  • On 18 de enero de 2018

OMPRESS-CHILE (18-01-18) El Papa Francisco comenzaba el segundo día de su viaje apostólico a Chile con su llegada a Temuco, a unos 600 kilómetros al sur de Santiago y la Misa que en el aeródromo de Maquehue, le ha permitido estar al lado de los pueblos originarios.

El Papa en la homilía de la misa ha saludado a estos pueblos y ha alabado la belleza de esa región austral y la riqueza de su cultura. Pero ha recordado también el dolor y el sufrimiento, cometido incluso en el mismo aeródromo donde se celebraba la misa. Por eso, “esta celebración la ofrecemos por todos los que sufrieron y murieron, y por los que cada día llevan sobre sus espaldas el peso de tantas injusticias. Y recordando estas cosas nos quedamos un instante en silencio ante tanto dolor y tanta injusticia. La entrega de Jesús en la cruz carga con todo el pecado y el dolor de nuestros pueblos, un dolor para ser redimido”. Ha recordado el Santo Padre que hay que evitar confundir unidad con uniformidad: “La unidad pedida y ofrecida por Jesús reconoce lo que cada pueblo, cada cultura está invitada a aportar en esta bendita tierra. La unidad es una diversidad reconciliada porque no tolera que en su nombre se legitimen las injusticias personales o comunitarias. Necesitamos de la riqueza que cada pueblo tenga para aportar, y dejar de lado la lógica de creer que existen culturas superiores o culturas inferiores”. Y terminaba la homilía: “Por eso hermanos, por los hijos de esta tierra, por los hijos de sus hijos digamos con Jesús al Padre: que también nosotros seamos uno; Señor, haznos artesanos de unidad”.

Tras el almuerzo con algunos habitantes de la Araucanía en la casa “Madre de la Santa Cruz” el Papa ha regresado por la tarde a Santiago de Chile para tener el encuentro con los jóvenes en el santuario de Maipú. Un encuentro con tres momentos, el saludo de un joven al Papa con la presentación del Símbolo de los Jóvenes para el Sínodo del 2018, la lectura del Evangelio, y por último el discurso del Santo Padre. En él les pidió que “nos ayudemos a que la Iglesia tenga un rostro joven”… “Eso necesita la Iglesia chilena de ustedes, ¡que nos «muevan el piso» y nos ayuden a estar más cerca de Jesús!”. Contó cómo una vez le preguntó a un joven qué cosa lo ponía de mal humor: “cuando al celular se le acaba la batería o cuando pierdo la señal de internet”, porque “quedo fuera del mundo”, le respondió. “Al quedarnos sin esa conexión que le da vida a nuestros sueños”, les decía el Papa a los jóvenes, “el corazón comienza a perder fuerza, a quedarse también sin batería” y “al perder señal, muchos sienten que no tienen nada que aportar y quedan como perdidos”. Por eso, “nunca pienses que no tienes nada que aportar o que no le haces falta a nadie”. Les recordó la “contraseña” de un santo chileno, el padre Hurtado que poseen la guía de san Alberto Hurtado para no perder la conexión con la fe y con Cristo: “si se animan me gustaría que la apunten en sus teléfonos”: ¿Qué haría Cristo en mi lugar? “Y la única forma de no olvidar la contraseña que sirve para encender el corazón, la fe y la chispa en los ojos, es usarla todos los días”, de esta forma “llegará el día en que, sin darse cuenta, su corazón latirá como el de Jesús”.

A la 7 de la tarde hora local llegaba a la Universidad Católica. Ante 1.200 exponentes del mundo académico, profesores, estudiantes, el Papa Francisco recordó de nuevo a San Alberto Hurtado, “en este año que se cumplen 100 años desde que comenzó aquí sus estudios”, cuya vida es claro testimonio de cómo la inteligencia, excelencia académica y profesionalidad, armonizadas con la fe, justicia y caridad. El Para señaló que la Universidad debe transformarse “en un espacio privilegiado para practicar la gramática del diálogo que forma encuentro”, ya que “la verdadera sabiduría es producto de la reflexión, del diálogo y del encuentro generoso entre las personas”. Por eso, “la comunidad educativa no puede reducirse a aulas y bibliotecas, sino que debe ser desafiada continuamente a la participación”.

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