¡Qué hermoso podría ser el mundo!

¡Qué hermoso podría ser el mundo!

  • On 3 de marzo de 2023

OMPRESS-ANGOLA (3-03-23) La misionera seglar María del Carmen Rodríguez Esperante habla en este testimonio recogido por la diócesis de Lugo de su experiencia de misión en Angola. Allí colabora en la organización de un centro juvenil, en el esfuerzo que llevan adelante en Angola los Misioneros Seglares Vicencianos (Misevi) y las Hijas de la Caridad.

“Cambia, todo cambia… dice la canción, ‘pero mi amor no cambia’ o la misión, aunque todo sea diferente. Todo son contrastes, que aquí parecen más evidentes, más visibles. Fui del Norte al Sur, del invierno (me fui en diciembre) al verano, al día más largo del año, del noroeste de España al centro-sur de Angola, de un instituto de secundaria a la llamada formación “informal”, quizás la que más educa, a las escuelitas que empiezan a los 3 años, con chicos, y a las aulas al aire libre con mujeres que abandonaron sus estudios, algunas hace muchos años, de un país viejo a uno muy joven. ¡Nunca había visto tantos niños! Angola es un país rico, pero hay muchos pobres, tiene hermosos paisajes, pero muchos están llenos de basura y mosquitos. A menudo me viene a la mente la frase que Viktor Frankl pone en boca de un compañero preso de los nazis cuando ve un atardecer: ¡Qué hermoso podría ser el mundo! Por eso tenemos que luchar para que así sea.

El ambiente eclesial también es diferente. Angola es un país comunista en lo de saludarse, y son muy educados y formales, dicen estamos bien ‘gracias a Dios’. Y llegué en Navidad, cuando tuve una hermosa acogida. Angola es un país acogedor por tradición y cultura. Tanto en las escuelas como en las iglesias cantan y dicen palabras de bienvenida. Y a los Misioneros Seglares Vicencianos (Misevi) y las Hijas de la Caridad nos tienen en gran estima, por lo que somos aún más bienvenidos.

El idioma también es diferente. En Lobito, la mayoría de la población es de origen bantú y habla la lengua ‘umbundu’, que nos resulta dificilísima. Afortunadamente para nosotros, el portugués es la lengua vehicular, que casi todo el mundo habla y entiende en mayor o menor medida. Me ha ayudado mucho saber portugués y haber aprendido algo sobre la historia, la cultura y la literatura del país antes de venir porque me permite confraternizar con este pueblo. Además, los angoleños se sorprenden y agradecen que podamos comunicarnos. A los pocos días de llegar, me preguntaron cómo era posible que pudiera hablar portugués si solo llevaba unos días en Angola. La verdad es que hay que hablar su lengua para la inculturación, no solo a nivel religioso, aunque eso también es necesario.

Es importante dejarse sorprender, tener la mente y el corazón abiertos, y saber aceptar las diferencias. A menudo hablamos de ser creativos. Y tratamos de serlo, aunque siempre tenemos tendencia a acomodarnos. En eso, aquí nos dan mil vueltas. Sigue siendo cierto que cuando crees que llegas a ‘ayudar’, como mucho a compartir tu vida, obtienes más. Y eso también nos hace ver de otra manera cómo vivir la misión en nuestros ambientes.

Llegaron a Lobito con un permiso de trabajo temporal para colaborar en Cooperación al Desarrollo en una ONG, en mi caso MISEVI. Esta posibilidad existe desde 2016, aunque las comunidades autónomas continúan legislando cómo llevarla a la práctica. Esta es una licencia que los funcionarios pueden recibir por un máximo de 6 meses cada 2 años. Porque es una licencia, no una excedencia, seguimos cotizando. La asociación también me ‘envía’ a realizar una tarea concreta, en mi caso ser ‘formadora de formadores’. Lo comento porque es un camino nuevo, que abre otras posibilidades para vivir una experiencia de misión ad gentes.

En este mundo ‘comunicado’, para quien puede permitírselo, mantenerse en contacto con los misioneros ad gentes es fácil. Podemos saludarnos, charlar, abrazarnos por internet, y esta comunicación está bien, aunque a veces nos distrae de otras preocupaciones, también ayuda… pero todo el mundo sabe, y más desde que apareció el Covid, que no hay nada como un abrazo de verdad y no virtualmente. Pues eso, un abrazo fraterno”.

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