“¡No a Oriente, Cabrini, sino a Occidente!”, el Papa en el centenario de una misionera de los emigrantes

“¡No a Oriente, Cabrini, sino a Occidente!”, el Papa en el centenario de una misionera de los emigrantes

  • On 11 de diciembre de 2017

OMPRESS-ROMA (11-12-17) El Papa Francisco recibía este sábado en audiencia a las Misioneras del Sagrado Corazón de Jesús, con motivo del primer centenario de la muerte de Santa Francisca Javier Cabrini, su fundadora. Una mujer tan enamorada de la misión que adoptó su segundo nombre, Javier, en honor de San Francisco Javier, patrono de las misiones.

Como recordaba el Papa en su intervención, “el 17 de diciembre de 1917, esta mujer santa, que había cruzado el océano veinticuatro veces para ayudar a los emigrantes en las Américas, y que incansablemente llegó hasta los Andes y también a Argentina, moría repentinamente en Chicago, y partía para el último viaje”.

“Santa Cabrini”, decía el Papa, “fue un verdadera misionera. Había crecido teniendo ante sus ojos el ejemplo de San Francisco Javier, el pionero de la evangelización en Oriente. Llevaba en el corazón a China y esperaba proclamar el Evangelio en esa tierra lejana. No pensaba en los miles y miles de emigrantes que, debido al hambre, la falta de trabajo y la ausencia de un futuro, se embarcaban con sus pocas cosas para llegar a América, empujados por el sueño de una vida mejor. Como sabemos, fue la visión de futuro del Papa León XIII quien, con una frase, la hizo cambiar de rumbo: ¡No a Oriente, Cabrini, sino a Occidente!”. Y así fue como dedicó sus afanes misioneros a los inmigrantes.

Una realidad, la de los inmigrantes, añadía el Papa, que ha evolucionado y es más actual que nunca. Por eso, “a vosotras, en particular, se os ofrece la responsabilidad de ser fieles a la misión de vuestra santa fundadora”. Ella tuvo “una vida vertiginosa, cargada de trabajo, viajes interminables a pie, en tren, en nave, en barca, a caballo…; creando de la nada sesenta y siete obras entre guarderías, escuelas, colegios, hospitales, orfanatos, laboratorios… todo para propagar la fuerza del Evangelio, que le había dilatado el corazón para que éste perteneciera a todos”.

El centenario de la muerte de esta santa “nos recuerda fuertemente a todos la necesidad de una fe que sepa captar el momento de gracia que se vive. Por difícil que parezca, nos dice que debemos hacer lo que ella hizo: ser capaces de percibir los signos de nuestro tiempo, leerlos a la luz de la Palabra de Dios, vivirlos de tal manera que demos una respuesta que llegue al corazón de cada persona”.

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