“Misioneros por el mundo” en Puerto Casado: la fidelidad a la misión
- On 23 de octubre de 2023
OMPRESS-PARAGUAY (23-10-23) Uno de los misioneros más antiguos de la misión en el Alto Chaco paraguayo es el salesiano español Martín Rodríguez. Allí, concretamente en Puerto Casado, se encuentra desde hace más de 40 años este misionero natural de Monleras, Salamanca. Las Obras Misionales Pontificias le han pedido que cuente su historia en el programa “Misioneros por el mundo”, de TRECE, que se emitirá este viernes, 27 de octubre, a las 21:15h.
A sus 88 años, Martín sigue trabajando en el Vicariato Apostólico del Chaco, una zona de primera evangelización, poblada mayoritariamente por indígenas, donde no hay ni una sola carretera asfaltada. Este territorio de misión celebra este año el 75 aniversario de su creación por el Papa Pío XII, el 11 de marzo de 1948. Desde entonces, muchos misioneros han pasado por el Vicariato llevando la buena noticia a los indígenas. En los últimos 20 años, las Obras Misionales Pontificias han sostenido el Vicariato del Chaco Paraguayo con más de 820.000 dólares, y solamente en este año, ha aprobado una ayuda de 23.800 dólares para los gastos diarios de este Vicariato.
El padre Martín explica que el motivo de su llegada al Vicariato fue su “bautismo”, porque “necesitamos ser consecuentes con el Bautismo, si decimos que seguimos a Jesús es seguirlo hasta las últimas consecuencias”. Y él lo hará hasta el final porque no piensa volver a España: “mi tierra es esta”.
Una señora indígena recuerda que el padre Martín, hoy anciano, llegó “joven” al Vicariato, y se emociona al decir cuánto les ha ayudado. El misionero se lamenta de que hoy, tras el cierre de la única fábrica que había, no haya nada de trabajo en el pueblo. La Iglesia ya había advertido de esta situación y desde hace 20 años trabaja con la población para conseguir tierras.
El sacerdote salesiano se encuentra acompañado en la misión por algunas hermanas salesianas, y en el momento de la grabación, por dos jóvenes voluntarias de Madrid, que acudieron al Vicariato un par de meses para echar una mano con la educación de los niños, una experiencia que recomiendan “cien por cien” a otros jóvenes.
El paso del tiempo ha hecho crecer en el padre Martín su “vocación de servicio a los demás” y le ha ayudado a reconocer en el pueblo paraguayo la profunda impronta de cristianismo “que dejaron los antiguos misioneros”, y que se nota, por ejemplo, “en el amor a la Virgen Santísima”.
El padre Kiasek Zisalo es otro misionero salesiano, de origen polaco, que está desde hace 46 años en el Vicariato, poco antes de que llegara el padre Martín. Este sacerdote se ofreció para ir a la misión porque en Polonia había abundancia de sacerdotes, y en el norte paraguayo eran muy necesarios. Allí acompaña a la comunidad “Castilla”, una comunidad indígena que fue vendida con sus tierras a finales del siglo XIX, cuando las empresas tanineras explotaban sin escrúpulo el codiciado tanino del quebracho. Hoy, gracias también a la lucha en la que les ha acompañado la Iglesia, vuelven a vivir en sus propias tierras.
Fuera del Vicariato, en el Hogar San José de Asunción, se encuentra otra misionera española. Es la hermana Josefa Alonso, natural de San Andrés de Montejos, perteneciente a la diócesis de Astorga. Allí, fiel al carisma de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados, se encuentra cuidando de los ancianos. Entre ellos, un sacerdote anciano, paraguayo, que estuvo como misionero en España, y que explica con mucha sencillez qué es la misión: “llevar el mensaje cristiano, Jesucristo muerto y resucitado”.
La hermana Josefa dice que la misión interroga: “Hermanas, ¿cómo pueden hacer esta obra?, porque esto ni con dinero se hace”, les preguntan los ancianos, y la respuesta de las misioneras es siempre, “con la fuerza de Dios, porque a Él nos consagramos”. Para muchos de los ingresados en la residencia, las hermanas son su “única familia”. Algunos llegaron en condiciones lamentables, incluso sin caminar y con problemas psiquiátricos ‒como explica una señora‒ y hoy son felices.
Las Hermanitas de los Ancianos Desamparados ven a Dios en los ancianos, y por eso se entregan a “los más descartados”, según la expresión que suele usar el Papa Francisco. Como dice una hermanita peruana, nuestra misión es “cuidar los cuerpos para salvar las almas”. Cuando alguno se pone peor, no les falta el auxilio de la unción de Dios, para que, como dice la religiosa “mueran dignamente”.
La misionera española dice que “esto me enamora, porque estoy siguiendo el camino que Dios me da, y le pido que me dé fidelidad hasta la hora de mi muerte”.
Todos los programas se pueden ver en el canal de Youtube OMP en los medios.