“Misioneros por el Mundo” en Japón

“Misioneros por el Mundo” en Japón

  • On 9 de marzo de 2018

OMPRESS-JAPÓN (09-03-18) El próximo domingo 11 de marzo, a las 13 horas, el programa de TRECE “Misioneros por el Mundo” llega a Japón. Allí, un centenar de misioneros españoles entregan su vida a través de su presencia silenciosa, y permanecen como custodios de la sangre de los mártires, que dieron su vida en una de las persecuciones más cruentas de la historia. El programa nos presentará a un misionero en Nagasaki, y a dos misioneras y un misionero en la diócesis de Osaka.

Antonio García Fernández es un jesuita nacido en Granada que lleva 67 años en Japón. Con 20 años, sintió que el Señor le llamaba a ser misionero en ese país. Actualmente, preside el Museo de los 26 mártires de Nagasaki (entre ellos, 6 franciscanos españoles), donde su labor es “mantener la memoria viva” de esos cristianos. De la mano de este misionero, TRECE nos presenta el escenario de un heroico testimonio de fe, donde fueron crucificados los mártires hace más de 400 años. El jesuita también es nuestro guía en el monumento donde cayó la bomba atómica. En 1945, había unos 12.000 bautizados registrados en Nagasaki; unos 8.500 murieron durante el bombardeo.

Teresita y Mª Jesús son las únicas Carmelitas de la Caridad españolas que quedan como misioneras en Japón, en la diócesis de Osaka. Atienden un colegio donde prácticamente ningún alumno es católico, pero al que acuden debido a la alta valoración que la educación católica tiene en el país.

Teresita Álvarez Pellitero nació en León. En 1964 llegó a Japón porque su congregación necesitaba una hermana que enseñara música. La misionera comenta que la sociedad japonesa “no siente la necesidad de Dios porque lo tiene todo; y el consumismo les consume”. En el Barrio de las Estrellas visita 3 residencias de ancianos (Japón tiene la población más longeva de Asia). Los ancianos se ponen muy contentos con la visita de las monjas, porque casi nadie les visita. Teresita hace un llamamiento ante las cámaras para que vayan misioneros a Japón, porque allí “hay mucha soledad, mucho estrés, muchas personas enfermas… y mucho trabajo que hacer”.

María Jesús Hernández Hernández es de Cascante, Navarra. Aunque pidió ir a la India, la superiora la envió a Japón en 1962. Esta misionera tiene un grupo en el que se enseña la Biblia a las mamás de los niños de parvulario. También les enseña el bordado lagarterano, como un modo de llegar a la sensibilidad de la mujer japonesa.

José Antonio Izco es un sacerdote diocesano de Pamplona, que pertenece al Instituto de Misiones Extranjeras (IEME). Es en el castillo de Himeji, en la costa, al oeste de Kobe, donde se entiende mucho de la historia y del corazón de Japón. Allí llegó san Francisco Javier, el patrón de las Misiones. No consiguió el permiso de los principales de la ciudad para predicar, pero dejó huellas y cristianos. Con el santo navarro entró el cristianismo y la civilización occidental en Japón. El misionero rescata lo bueno del pueblo japonés y afirma que la dificultad de la conversión se produce, a veces, porque sienten que al abrazar el cristianismo están siendo infieles a su tradición y su historia. “Convertirse es enamorarse de Jesucristo y es lo que nosotros tratamos de predicar”.

 

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