La Basílica de Santa Ana, Brazzaville, una Iglesia con arcos en forma de lanza

La Basílica de Santa Ana, Brazzaville, una Iglesia con arcos en forma de lanza

  • On 29 de junio de 2018

OMPRESS-ROMA (29-06-18) Con ocasión de los 75 años de la Basílica de Santa Ana, en Brazzaville, República del Congo, se ha celebrado el pasado 23 de junio un espectáculo musical que recoge la historia de esta Iglesia, la más significativa del país, ligada a la del barrio de Poto-Poto, uno de los más populosos de la capital congoleña.

Promovido por el Institut Français du Congo (IFC), el acto hace un homenaje a una de las primeras iglesias de África que integró elementos europeos y africanos en su arquitectura. La torre de la Basílica de Santa Ana se eleva a 24 metros de altura y, cuando comenzó su construcción, en 1943, Brazzaville era la capital de la “Francia Libre” de De Gaulle, por lo que recibió el apoyo tanto de la administración colonial como de los mismos habitantes de Poto-Poto. Su arquitecto fue Roger Erell, uno de los más creativos de su época. Utilizó un nuevo arco, inspirado en las puntas de lanza del norte del Congo, para indicar hacia donde tenían que ir las oraciones. Además, las tejas verdes que recubren la basílica, hacen referencia a la naturaleza viva del país. Aún así, se crea un ambiente muy parecido a las catedrales medievales.

El espectáculo se ha inscrito en un proyecto denominado “Santa Ana, cruce de culturas” y presenta cuatro “cuadros” diferenciados: los orígenes del barrio y de la misión de Poto-Poto; la construcción de Santa Ana; los años difíciles; y, finalmente, la reconstrucción. La Basílica fue uno de los edificios más afectados por la guerra civil. Sufrió varios impactos directos de obuses entre el 3 y el 10 de agosto de 1997, que abrieron enormes brechas. La reconstrucción de la basílica acompañó también a la reconstrucción humana del barrio. De hecho, la Coral “Chœur Crédo” que participó en el espectáculo musical y es el coro oficial de la basílica, se remonta al primer coro que establecieron los misioneros. Las guerras y la violencia no silenciaron sus voces.

 

Comparte esta noticia en: