Fallece el misionero pintor de Zimbabue

Fallece el misionero pintor de Zimbabue

  • On 27 de septiembre de 2022

OMPRESS-MADRID (27-09-22) José García González tenía 92 años y había dedicado su vida a la misión. Conocido por todos como GarciGonza por su cercanía, la enfermedad le había hecho volver, pero incluso, entre el dolor y la debilidad, su espíritu era el de un misionero siempre feliz por su vocación. Ha sido en la madrugada de este lunes, 26 de septiembre, en la fiesta de los mártires Cosme y Damián: Hoy descansará en el panteón del Instituto Español de Misiones Extranjeras, en el cementerio de San Isidro, junto a sus hermanos misioneros que le precedieron camino de la patria eterna.

Desde el IEME, elevan una oración por él: Oh Dios, pastor inmortal de los hombres, concede a tu siervo José, presbítero, que pueda gozar eternamente en el cielo de la gracia y del perdón que él administró en la tierra. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Nacido en 1930 en el madrileño barrio de Lavapiés, tras ordenarse sacerdote diocesano de Madrid, José García González ingresó en el Instituto Español de Misiones Extranjeras (IEME), que tenía entonces su sede en Burgos. Su destino era la entonces Rhodesia, el actual Zimbabue. El primer viaje en barco, desde Barcelona hasta Canarias, para después, en otro barco, navegar hasta Ciudad El Cabo. José recordaba con cariño su llegada a África, la novedad, todo distinto, las lenguas, los animales. Antes de llegar a la misión tuvo que pasar dos años en Sudáfrica, en la nunciatura de Pretoria, donde tuvo que vivir el terrible apartheid, con la segregación de la población negra, las prohibiciones, que chocaban con la mentalidad abierta de aquel joven misionero español.

La entonces Congregación de Propaganda Fide dividió en 1953 la diócesis de Bulawayo, en dos, encomendando una de las partes al Instituto Español de Misiones Extranjeras. Era la Prefectura Apostólica de Wankie, que acabaría siendo la actual diócesis de Hwange, allí, como tantos otros misioneros del IEME, que llegaron después – cuatro de ellos serían obispos – dedicó su vida a “combatir el dolor y combatir la ignorancia”. José García tenía 29 años y trabajó con los misioneros, con la población local, en establecer pequeños dispensarios que, en algunos casos, acabaron siendo hospitales. O establecer pequeñas escuelillas que se convirtieron en colegios. En aquellos primeros años, se empezaba de cero, con un pozo. Se aprendía el idioma tonga o nambia o dombe. O la lengua franca el isiNdebele. Se trataba de una zona rural, aunque la tierra no era especialmente fértil, con tribus que vivían en poblados, organizados de acuerdo al sistema polígamo extendido entre todas las tribus. En su misión volcó sus dones para la pintura, decorando varias de las parroquias y misiones donde le tocó ejercer su ministerio.

Le tocó vivir las luchas por la independencia y la llegada de la independencia de Zimbabue en 1980, también la pérdida de algún compañero de la misión, asesinado. Los misioneros tuvieron que abandonar la misión a causa del conflicto, pero como en tantos otros lugares del planeta, en cuanto “escampó”, volvieron. José volvió y solo la enfermedad lo detuvo, y se retiró, también como tantos otros misioneros, para no ser una carga para los pobres. Él que ha fallecido con la única riqueza con la que vivió, su sacerdocio misionero.

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