Copiapó lamenta el fallecimiento del misionero Juan Sanchis Ferreiro

Copiapó lamenta el fallecimiento del misionero Juan Sanchis Ferreiro

  • On 1 de febrero de 2022

OMPRESS-CHILE (1-02-22) Acaba de fallecer en Valencia el sacerdote misionera Juan Sanchis Ferreiro. Miembro de la OCSHA, la Obra de Cooperación Sacerdotal Hispanoamericana, cauce a la misión para tantos sacerdotes diocesanos españoles, su destino misionero fue la diócesis de Copiapó, Chile. Ha fallecido a los 90 años de edad en la Casa sacerdotal de Betania de Quart de Poblet, en donde residía.

La misa de exequias por su eterno descanso tendrá lugar esta tarde a las 16:00h, en la parroquia de su localidad natal, Piles, presidida por el cardenal Antonio Cañizares, arzobispo de Valencia. Posteriormente, sus restos mortales serán inhumados en el Cementerio de Piles. En Copiapó tendrá lugar también una Misa en su memoria, en la parroquia Inmaculado Corazón de María.

Juan Sanchis Ferreiro, nacido en Piles en 1932, recibió la ordenación sacerdotal en 1955 en Valencia. Un año más tarde fue nombrado vicario parroquial de la parroquia Visitación de Nuestra Señora de Real de Gandía hasta que, en 1960, marchó a Copiapó, Chile, como misionero de la OCSHA. Estuvo en Copiapó desde el año 1960 a 1967 y, nuevamente, desde 1987 a 2001. Fue párroco en Chañaral y Vallenar, además del fundador y creador de la Corporación Mi Pequeño Hermano, que atiende a personas con problemas de movilidad.

El padre Juan escribía recuerdos y pensamientos de los pequeños acontecimientos que le sucedían en el día a día, desde su época de seminarista. Escribió algunos libros como “Hemos visto florecer el Desierto” y, ya jubilado, en 2008 se propuso escarbar entre sus carpetas, algunos de sus escritos y nos entregó su libro “Recuerdos y Experiencias, para los amigos”. En ese libro, como recogen en la diócesis de Copiapó, escribió: “De mis deseos, sueños, sólo es válido lo que el Señor haya podido rescatar, el resto son palabras, habladas o escritas en la arena a merced del viento. Una flauta, una cítara o el mejor stradivarius son materia inerte y no pueden vanagloriarse de su melodía, obra de las manos virtuosas del artista. Y al final de la vida (lo veo con mayor claridad a medida que pasan los años) solamente podremos confiar en la fidelidad y la misericordia del Buen Dios, que no nos falla”.

 

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