Beato Lolo: “la santidad no tiene geografía”

Beato Lolo: “la santidad no tiene geografía”

  • On 3 de noviembre de 2023

OMPRESS-MADRID (3-11-23) Hoy se celebra a Manuel Lozano Garrido, el beato Lolo. El 3 de noviembre de 1971 nacía al cielo. Lolo estuvo muy vinculado a la publicación “Enfermos Misioneros” – en aquel entonces “Misión y Sufrimiento” – de las Obras Misionales Pontificias, para la que escribió diversas colaboraciones entre octubre de 1959 y enero de 1968.

Conocido familiarmente como Lolo, Manuel Lozano Garrido (1920-1971), periodista y escritor, en silla de ruedas durante casi tres décadas, y ciego durante sus últimos 9 años, forjó una estrecha relación con las Obras Misionales Pontificias, de las que fue colaborador constante en diversas publicaciones. Colaboró sobre todo con “Enfermos Misioneros”. Su primera colaboración se remonta a octubre de 1959 y se prolongó durante más de diez años, con artículos en las diversas revistas de las OMP. Escribía artículos para la revista “Orate”, que la Pontificia Unión Misional del Clero, dirigía a las religiosas; para la revista “Catolicismo” y su sucesora “Pueblos del Tercer Mundo”.

Nacido en Linares, Jaén, el 9 de agosto de 1920. A los 22 años comenzó a sufrir la parálisis progresiva que le obligó permanecer en silla de ruedas durante el resto de su vida. Esto no le impidió escribir 9 libros y cientos de artículos, que lo convierten también en modelo de periodistas. Murió el 3 de noviembre de 1971 en Linares, su ciudad, lugar que acogió también la ceremonia de su beatificación el 12 de junio de 2010.

En 1967, escribía sobre la santidad de otras personas “comunes” con las que se encontraba algo que se le aplica con la misma sencillez a él mismo: “Hay santos que suben a los altares, como también otros que Dios permite no levanten un palmo del resto, para que así valgan de levadura entre ellos. Los vemos así como nosotros, pero la Gracia empapa toda su naturaleza, y con lo que uno se roza es con la huella caliente del propio Dios que habita en ellos. Un ‘sí’ común estuvo en el comienzo de su grandeza. La santidad no tiene geografía ni se ata a ninguna condición. Lo bueno del cristianismo es, a la vez, eso: su exención de privilegios, su ‘estandarización’ de lo santo”.

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