Manuel Servián, rector del Seminario Redemptoris Mater en Gabón
- On 8 de abril de 2024
Seguir esa que a veces calificamos como “bendita rutina” es todo un reto en los seminarios atendidos por la Obra de San Pedro Apóstol. Sin las ayudas que esta recoge de los fieles donantes y envía a los destinos que Roma señala tras el oportuno estudio de las necesidades universales, esa marcha cotidiana sería imposible. Nos habla de ello aquí, en un mensaje de agradecimiento, un misionero español que está al frente de uno de dichos centros de formación.
Una simple ayuda de 3.000 euros, como el “subsidio ordinario” que recibieron en este seminario, es siempre insuficiente para las necesidades existentes, pero es también vital para seguir funcionando con una básica normalidad. No es mantener un edificio, que también; no es dar de comer a quienes se alojan entre sus muros, que también; es ofrecer a quienes se forman en él —como nos escribía recientemente un seminarista desde Timor Oriental— “un fertilizante para nuestra vocación”. Ahí está la gran trascendencia de nuestra ayuda espiritual y material.
“La paz de Cristo resucitado les acompañe en todos sus trabajos.
Me llamo Manolo Servián, y desde septiembre de 2022 soy el nuevo rector del Seminario Misionero Redemptoris Mater de Libreville, Gabón. Soy de Córdoba, España, e incardinado en Medellín, Colombia.
En la actualidad contamos con diez seminaristas de diferentes partes del mundo. La mayoría son africanos: dos de Gabón, uno de Zambia, uno de Camerún, uno de Costa de Marfil, uno de Guinea Ecuatorial. Además, dos brasileños, un colombiano y un italiano. Esta internacionalidad nos hace presente la catolicidad de la Iglesia.
Nuestra vida cotidiana se distribuye entre la oración, los estudios, el trabajo y la vida parroquial, viviendo la fe en comunidad. A las seis de la mañana hacemos el rezo de laudes, con un tiempo de oración silenciosa para comenzar poniendo al Señor en primer lugar. Luego se pasa al desayuno, e inmediatamente los muchachos van a recibir sus clases de Filosofía o bien de Teología.
A eso de las 12.45 rezamos la hora media y pasamos al almuerzo. Antes hacemos una oración en que agrademos al Señor su providencia y rogamos por todos aquellos que hacen posible ese alimento. Constantemente pedimos por aquellos que nos ayudan. En la tarde realizamos un poco de deporte; aquí hace mucho calor y no se puede practicar tanto como querrían los seminaristas. Tras ello estudian, y a las seis de la tarde rezamos vísperas con la eucaristía. Al finalizar pasamos a la cena, nuevamente estudio, y a descansar.
Esta es nuestra liturgia diaria, pero los martes por la tarde-noche salen a diferentes parroquias a participar de la vida comunitaria de la fe con matrimonios, jóvenes, ancianos…
El jueves por la tarde cambiamos el estudio por un tiempo con la Sagrada Escritura, escrutando la Palabra, para ayudarnos a un mejor encuentro personal con Jesucristo.
El día del Señor, el domingo, se va a la parroquia a acompañar a los fieles y ayudarles, al mismo tiempo que somos ayudados, en la vida cristiana.
Gabón es un país pobre; bueno, también hay ricos, pero la mayor parte de la población vive muy pobremente. Las mismas parroquias nos ayudan con ofrendas en especie: arroz, pasta, huevos, algo de pollo, pero sobre todo arroz, mucho arroz. Con sus aportaciones podemos sostener otros gastos hoy necesarios, como electricidad, Internet (para poder realizar los estudios, se ha vuelto obligatorio), transporte, alquiler de la casa donde vivimos, etc.
Les agradecemos todo el trabajo que realizan, y cuentan con nuestras oraciones todos los días del año. Reciban un fraternal saludo.”