Los grandes misioneros han sido grandes contemplativos
- On 5 de marzo de 2024
OMPRESS-MADRID (5-03-24) Monseñor César Franco, obispo de Segovia, presentó ante los trabajadores y voluntarios de Obras Misionales Pontificias la profunda relación que existe entre la oración y la misión, en un apasionante recorrido por la Sagrada Escritura, el Magisterio y los santos. Apoyado en los textos del teólogo y cardenal Jean Daniélou, Mons. César Franco hizo un diagnóstico sobre la falta de pasión misionera de los cristianos de hoy en día.
“Entre la oración y la misión hay una casualidad recíproca; no hay oración sin misión y viceversa”, afirmó el obispo de Segovia, en la conferencia inaugural del XXI Encuentro de empleados y voluntarios de las delegaciones de misiones y OMP (Obras Misionales Pontificias). “Grandes vocaciones misioneras nacen de un encuentro con Dios”, explicó, y lo demostró con múltiples ejemplos de la Sagrada Escritura, tanto del Antiguo Testamento (Moisés, Elías, Ester, Isaías, nacimientos de Samuel y Sansón), como del Nuevo (Zacarías, María, San Pablo). Esto es también evidente en Cristo, que se retiró a orar antes de llamar a los Doce; en su Pasión reza por sus discípulos y aquellos que creerán en su Palabra a través de ellos… Esta íntima relación entre la oración y la misión también está presente en todo el magisterio de la Iglesia.
“Los grandes misioneros han sido grandes contemplativos”, afirmó Mons. Franco. San Francisco, San Ignacio, San Bernardo de Claraval, Santa Teresa de Calcuta… “No podemos dirigirnos a los hombres si no hemos fraguado en el corazón lo que Dios quiere que digamos”, afirmó. Y tras la oración, el testimonio se da sin esfuerzo, porque brota naturalmente del encuentro con Cristo. “Nosotros hablamos de Él frecuentemente con esfuerzo, puesto que nuestro corazón no está suficientemente abrasado”, defendió. De hecho, San Juan Crisóstomo, conocido como “boca de oro” por su elocuencia al anunciar a Cristo, decía que si viviéramos realmente el Evangelio no se necesitaría la predicación.
Monseñor César Franco explicó que, tras el auge misionero del siglo XIX, en los últimos siglos ha habido un declive de la pasión misionera. ¿Por qué? Apuntó a dos casusas fundamentales. La primera es que los cristianos no nos sentimos salvados. “Si no partimos de nuestra propia conciencia de redimidos, ¿cómo vamos a llevar fuego a otros?”, se preguntó. El Papa Francisco, en la Evangelii Guadium, subrayaba que la primera motivación para evangelizar es el amor de Jesús que hemos recibido. Como no tenemos conciencia de ello, se ha llegado a una “espiritualidad de mínimos”, y a la mundanidad incluso dentro de la Iglesia. Por ello, monseñor Franco animó a pedir el Espíritu Santo, “que mueva los corazones fríos”.
La segunda causa de este declive según monseñor César Franco es la idea tan extendida de que no es necesaria la evangelización, ya que Dios salva a todo el mundo. El prelado defendió la importancia del anuncio explícito de Cristo, ya que es lo que están anhelando los hombres. “No hay nada más adecuado a la naturaleza del hombre que el Evangelio de Cristo”. El obispo contó la anécdota de un misionero jesuita en India que, después de una predicación se le acercó un hombre que le agradeció sus palabras “porque era lo que había estado esperando toda su vida”. Por ello, no hay contradicción entre la caridad y la predicación, es tan importante saciar el hambre material del hombre como la espiritual. Por ello animó a no decepcionar a los no cristianos al dejar de anunciar a Cristo. “Los cristianos son ridículos cuando ocultan lo que verdaderamente les hace interesantes”, concluyó monseñor Franco, parafraseando al cardenal Daniélou.
El vídeo de su intervención aquí.