Invocar esta Cuaresma al Espíritu Santo, motor de la evangelización
- On 22 de febrero de 2023
OMPRESS-ROMA (22-02-23) En la audiencia de este miércoles el Papa Francisco decía: “Hoy, Miércoles de Ceniza, comenzamos la Cuaresma, en este tiempo de gracia invoquemos con frecuencia al Espíritu Santo para que nos ilumine y nos ayude a dar testimonio de la primacía de Dios en nuestra vida. Dios que nos ama y nos consuela, venciendo toda desolación”. El Espíritu Santo ha sido también el protagonista de la catequesis de hoy, en una entrega más del nuevo ciclo catequético que el Papa está dedicando al celo apostólico y a la pasión por la evangelización.
“Cuando Jesús dice a sus discípulos, y también a nosotros: ¡Id!, no comunica solo una palabra. No. Él comunica además al Espíritu Santo, porque solo gracias a Él, al Espíritu Santo, se puede recibir la misión de Cristo y llevarla adelante”. Es esa la fuerza que a aquellos “pescadores, en su mayoría analfabetos” los llevó “adelante a cambiar el mundo”. El anuncio del Evangelio “se realiza solo en la fuerza del Espíritu, que precede a los misioneros y prepara los corazones: Él es el motor de la evangelización”.
Recordaba el Papa Francisco la invocación continua al Espíritu Santo que se descubre en los Hechos de los Apóstoles. Especialmente en un momento neurálgico de los inicios de la Iglesia, el concilio de Jerusalén. Al concluir aquel concilio se “comunican las decisiones finales, tomadas y escriben así: ‘del Espíritu Santo y de nosotros’ salió esto”. Los apóstoles, “juntos, sin dividirse, a pesar de tener sensibilidades y opiniones diferentes, escuchan al Espíritu”. De este modo “el Espíritu ilumina siempre el camino de la Iglesia. En efecto, no es solo la luz de los corazones, es la luz que orienta a la Iglesia: esclarece, ayuda a distinguir, ayuda a discernir”. Porque “la organización no basta: es el Espíritu quien da vida a la Iglesia. La Iglesia, si no le reza y no le invoca, se encierra en sí misma, en debates estériles y agotadores, en desgastantes polarizaciones, mientras se apaga la llama de la misión”.
El Papa dejaba finalmente una pregunta: “¿Rezo al Espíritu Santo? ¿Me dejo guiar por él, que me invita a no cerrarme, sino a llevar a Jesús, a dar testimonio de la primacía del consuelo de Dios sobre la desolación del mundo? La Virgen, que ha entendido bien esto, nos haga comprenderlo”.