Vivir la vocación misionera con esclerosis múltiple
- On 28 de febrero de 2025
OMPRESS-MADRID (28-02-25) Ayer fallecía el Misionero del Verbum Dei. Dara O’Brien, irlandés, sufrió esclerosis múltiple desde 1998. Dara escribió hace años lo que supuso para él encontrarse con Jesús resucitado, siendo un joven estudiante de Medicina, y vivir después la enfermedad a la luz de este encuentro. Mañana sábado se celebrará en la casa del Verbum Dei en Loeches la misa funeral de cuerpo presente.
“Soy un misionero de la comunidad Verbum Dei y tengo esclerosis múltiple desde 1998. Ya no puedo practicar deporte (¡aunque antes tampoco lo hacía mucho!), pero al menos tengo un teclado, y me mencionó Yolanda que no sería mal escribir unas palabras.
Soy irlandés (aunque ¡no es culpa mía!) y lo extraño de mí es que soy feliz. Diagnosticaron esclerosis a 15 personas en mi provincia de Irlanda en 1998, y 8 de ellos terminaron suicidándose. ¡Pobrecillos! Es verdad que la disminución de la visión y de la fuerza muscular (y de la ‘continencia’) etc. son molestas, pero creo de verdad que tengo mucha suerte. Tengo dos pulmones y nunca me quedo sin aire para respirar. Pero el fundamento de mi felicidad es que hay un hombre que dio la vida voluntariamente en una crucifixión dolorosa y vergonzosa hace dos mil años, y sus seguidores no estuvieron tristes mucho tiempo. Más bien, se alegraron mucho, y reunieron un gran grupo de seguidores. El hecho es que ese ‘hombre’ resucitó de verdad de entre los muertos. En otras palabras, Él era realmente el hijo de Dios. Él es el Hijo de Dios, y eso es para siempre. Nunca nos llegó una prueba científica de esto, pero cuanto más presto atención a las palabras que predicó y que predicaron sus seguidores, más me gustan. Me gradué en medicina en 1985, y me encantó poder hacer algo útil por los enfermos, pero me di cuenta de que muchos en este mundo viven infelices porque no han entendido bien lo que nos trajo ese Hijo de Dios Crucificado. La Buena Nueva todavía se transmite, en medio de algunas interferencias de vez en cuando, pero el Cuerpo de Cristo (la Iglesia) sigue activo. La Nueva llegó a mí y, mientras daba gracias, sentí como si Dios me estuviera pidiendo ayuda.
Cuando estudiaba Anatomía en la universidad, me tocó examinar cadáveres, y empecé a tomarme en serio el hecho de que algún día, dentro de pocos años, ¡uno de los cadáveres sería el mío! De camino a casa aquel día llamé a la puerta de las Misioneras de Verbum Dei, y dije, ‘Disculpen la interrupción, pero tengo una pequeña pregunta: Cuando muramos, ¿adónde vamos todos?’. ¡No es una ‘pregunta pequeña’! No me respondieron con un gran libro de Filosofía o Teología, sino me invitaron a su capilla y me dieron una silla. Había una cruz frente a mí. Yo había visto cosas así antes, pero esta vez me quedé un rato contemplando. Y dio fruto. Empecé a respetar la solidaridad de Cristo. . Él aceptó el dolor y la vergüenza, y a pesar de su condena, sus amigos no dejaron de seguir su nuevo camino. Lo miré bien y me convencí cada vez más. Y esta fe en Cristo ha movido muchos corazones a lo largo de la historia, que terminaron amando muy generosamente y soportando persecuciones. Había trabajado en obras sociales y en hospitales, y a pesar de mis fases egoístas, me di cuenta de que amar generosamente te hace feliz.
Pasé seis meses en África (Zambia) trabajando en un pequeño hospital con misioneros polacos. Me encontré con muchos niños desnutridos y me pregunté: si Dios ama mucho, ¿por qué no da al mundo suficiente comida para comer? Pero las Naciones Unidas dicen que hay cuatro veces más comida en el mundo de lo que necesita esta familia humana de 6.000 millones. Entonces el problema es que algunos toman mucho más de lo que necesitan, mientras que otros se quedan con demasiado poco. Esa es una verdad sobre la comida, pero refleja las injusticias en muchos aspectos. La tecnología y la política, etc., pueden ayudar, pero la necesidad fundamental es lograr que la gente ame bien… ¡cambiar los ‘corazones’! También me encontré con mucha depresión en nuestro ‘primer’ mundo (en contraposición al “tercer mundo”). De hecho, entre 1976 y 1998, ¡la tasa de suicidios en los hombres irlandeses de 15 a 25 años se multiplicó por 4! Cristo puede curar eso, y su llamado a ayudarle me impactó mucho. Trae desafíos, pero en general, me ha traído alegría. ¡Hay solución para esta familia humana! Entonces me pregunté: ‘¿Qué estás haciendo todavía en la cruz, Señor?’, y comprendí en mi corazón, como si Cristo estuviera respondiendo: ‘¿Qué estás haciendo, Dara? Podrías participar conmigo en mover corazones’. Han pasado algunos años, y he perdido mi salud física, pero sigo siendo feliz. Si Nuestro Padre quisiera que yo muriese pronto, sería feliz de ‘descansar en paz’. Pero no creo que Él quiera eso todavía. Creo que Él quiere que yo desempeñe algún papel en el mundo. Seguro que tú también morirás dentro de unos años, pero mientras tanto, Dios quiere que todos desempeñemos algún papel en el amor.
Tengo esclerosis múltiple, ¡pero el 99,99% de mi vida es alegre! Muchas veces, uno no aprecia los dones hasta que los pierde, y la esclerosis me está enseñando a apreciar los muchos dones de la vida. Una de las cosas mejores del camino de Cristo, es que es justamente en la pobreza evangélica que Dios nos revela la auténtica riqueza. Desde la cueva de Belén hasta la cruz del Calvario, Cristo nos enseña que el camino hasta la resurrección es así. Claro que pido a Dios sanar mi esclerosis, pero le pido mucho más que me libre de tentaciones y pecados para poder decir honestamente con María: ‘Hágase en mí según tu palabra’, porque creo de verdad que el querer de Dios es nuestra felicidad eterna.
La Biblia lo expresa bien: ‘Nada puede separarnos del amor de Dios: ni la muerte ni la vida, ni lo presente ni lo futuro, ni el hambre, ni la sed, ni las persecuciones… Todo esto lo superamos por el amor de Jesucristo que ha sido derramado en nuestros corazones’ (Rom 8, 34). Yo añadiría la esclerosis múltiple a los problemas que se superan con el amor de Dios.
Tener fe es un don que he tenido la suerte de recibir, y dice la carta de Santiago que los desafíos en la vida aumentan ese don y lo ayudan a ser duradero. Dice así: ‘Considerad, hermanos míos, un gran gozo cuando os veáis rodeados de toda clase de pruebas, sabiendo que la autenticidad de vuestra fe produce paciencia. Pero que la paciencia lleve consigo una obra perfecta, para que seáis perfectos e íntegros, sin ninguna deficiencia’ (Santiago 1, 2-4). Es claro que yo no soy perfecto, pero si Dios quiere guiarme por un camino, ¡entonces estoy entusiasmado! Esto es similar a lo que dice la carta de Pedro: ‘Por ello os alegráis, aunque ahora sea preciso padecer un poco en pruebas diversas; así la autenticidad de vuestra fe, más preciosa que el oro, que, aunque es perecedero, se aquilata a fuego, merecerá premio, gloria y honor en la revelación de Jesucristo (1 Pedro 1, 6-7). ¡Quizás mi esclerosis múltiple sea una de las formas en que Dios está probando y refinando este pequeño trozo esclerótico de arcilla irlandesa!
No me enrollo más. Juan el Bautista no se enrolló, sino apuntó a aquel que habla muy bien: ¡a Jesús!”.
Dara O’Brien nació en Dublín, Irlanda, el 24 de abril de 1967. Hijo de Malachy y Pauline, hermano de Enda, Blaithin, Ciara, Tiernan. Después de terminar sus estudios de Medicina cursados en UCD Medical school en 1989 y de ejercer su profesión, entró en el Verbum Dei en 1990. Hizo su Curso de formación en Siete Aguas y profesó sus primeros votos el 26 de septiembre de 1993. Estudió teología en el ITVD. El 8 de enero de 1995 hizo sus votos perpetuos. Recibió el diaconado el 29 de enero de 1995 en Loeches y fue ordenado sacerdote el 13 de agosto de 1995 en Mallorca. Tras la ordenación fue destinado como misionero a Dublín, donde se le diagnosticó esclerosis múltiple en 1999. Durante el tiempo de enfermedad, estuvo principalmente en España (Loeches y Vicálvaro en el Centro residencial para personas con Esclerosis Múltiple Alicia Koplowitz), pasando alguna temporada en México y también en Irlanda. Falleció ayer 27 de febrero de 2025.