Vivir en Cuba para mí es decirle al Señor gracias
- On 26 de junio de 2023
OMPRESS-CUBA (26-06-23) La misionera Ana María Cabo Paredes, Esclava del Sagrado Corazón de Jesús, ha sido entrevistada por la Archidiócesis de Valencia. Lleva 16 años en Cuba, allí, entre otras tareas, coordina el centro de formación de la diócesis de Santa Clara.
El centro ofrece un espacio de educación en valores evangélicos, que es muy solicitado y acoge a cientos de niños, jóvenes y adultos. “En una sociedad en la que la trascendencia se ha negado durante muchos años, y en un pueblo donde la desesperanza es muy fuerte, nuestra presencia es portadora de la luz y la alegría de la fe”, explica la misionera a su diócesis de origen, empleando una expresión cubana asegura que “Cuba es linda pero duele”.
Este centro transmite los valores evangélicos y ofrece clases en idiomas, diseño gráfico, dibujo, bioética, teología y formación de profesores. Actualmente, están proyectando junto con la parroquia Santuario de la Virgen de la Caridad un taller para niños con problemas de autismo. El Centro de Formación, puesto en marcha hace más de 25 años, está abierto a cualquier persona que lo solicita, sea creyente o no, o de otras denominaciones religiosas. Según expresa Ana María, “yo no podría hacer esto sin los cubanos: hay cubanos de una categoría profesional, humana y de fe que es de descubrirse, y hay muchos laicos muy comprometidos”. Las carencias del pueblo cubano son cada vez más fuertes y muy duras, “a veces es difícil tener tiempo para formarse porque muchos han de buscar primero comida”. Las necesidades de los cubanos han aumentado mucho: los precios en la alimentación están disparados: “no hay aceite, no hay harina, no hay leche, no hay huevos, no hay papel higiénico, no hay combustible… o lo encuentras a precios desproporcionados. Hay personas que cobran por su trabajo dos mil pesos cubanos cuando el cartón de huevos cuesta mil quinientos por la calle”, explica. “La inflación cada vez es más fuerte, la gente está muy desmotivada y otro problema es la salud, muy preocupante porque no hay medicinas”. De hecho, a su regreso a Cuba la misionera llevará una maleta repleta de medicamentos que ha recogido gracias a la solidaridad de los valencianos.
Para Ana María Cabo, la presencia de los misioneros –religiosos, sacerdotes y laicos–, solo el hecho de estar allí con los que más sufren, es de gran ayuda, es evangelización. “Muchas veces me preguntan ‘¿y tú por qué estás aquí, si tú tienes de todo en tu país?’, y aunque no conocen muchas cosas de la Iglesia, sí saben que estás allí con ellos, que estás contenta, que tienes esperanza”.
Tras la pandemia, surgió un proyecto interparroquial en la diócesis de Santa Clara ante el cierre de comedores sociales y parroquiales. Este próximo mes de julio abrirá las puertas este centro, en un local muy sencillo, “donde ofrecemos ayuda de primera necesidad”. Todo ello impulsado por la misionera valenciana y un equipo interparroquial. “Queremos ofrecer una taza de té caliente, alimentos, y dar servicios básicos para gente que viene de la calle. Por eso, instalaremos una lavadora, un refrigerador y duchas, poco a poco según las necesidades”. Hay grupos pequeños de voluntarios que hacen comida por la noche y lo reparten a la gente que duerme en la calle al día siguiente. La misionera afirma que “nos pueden apoyar con la oración, potenciando el voluntariado y con la presencia de religiosos, sacerdotes y laicos”. Ante tanta necesidad, la religiosa valenciana asegura que la oración “nos da mucha fuerza”. También se puede colaborar potenciando el voluntariado, personas que viajen hasta Cuba en verano o Navidad, y, por supuesto, enviando medicamentos y alimentos o ayudas para transportes.
La misionera valenciana, de 73 años y nacida en el barrio de Ruzafa, asegura que la fe y la vida religiosa- lleva 45 años como religiosa- “es un regalo impresionante que cada vez valoro más y vivir en Cuba para mí es decirle al Señor gracias”.