Vidas en Chad: los encuentros de un misionero

  • On 11 de julio de 2025

OMPRESS-CHAD (11-07-25) El misionero javeriano Antonio Serrano Insausti comparte y habla de los encuentros en su misión en Chad con feligreses, conocidos y amigos. Todo ello en uno de los países más pobres del mundo, que aún así ha tenido que acoger a 800.000 personas procedentes del vecino Sudán, en guerra desde abril de 2023.

Antonio comparte estos encuentros que ve, con ojos misioneros de cariño. Habla de “Odette: viuda, bautizada este año, 12 hijos de los cuales dos muertos, tres hijas casadas, otro hijo estudiando en Camerún y todavía seis a su cargo con solo media hectárea de cultivo. Otra que sabe hacer milagros cada día…”. Al lado de Odette, vive otra familia “con medios (padre gendarme y madre modista), pero con sus tres hijos autistas. Según la versión local, un mes antes de casarse el padre mató a un brujo y la sangre de este le salpicó, de ahí la enfermedad de los hijos…”. Después se encuentra con Véronique y Eric, que “forman una pareja bien avenida, y lo mejor: han tenido 10 hijos ¡Y todos siguen vivos!”.

“Jopmandi es tan pobre que ni siquiera tiene un nombre en francés (la costumbre es tener un nombre en francés que equivale a nuestro nombre y un nombre en la lengua local que equivale a nuestro apellido). Su pareja la abandonó cuando se manifestaron los primeros síntomas de la lepra, que además de inutilizarle las manos le ha afectado al cerebro. De los cinco hijos que ha tenido cuatro ya han muerto y solo le queda uno”, cuenta Antonio.

Y luego está Felicité. Esta dura mujer “se fue con su pareja y sus hijos a Nigeria, donde se toparon con los Boko Haram que ametrallaron a los hombres (eran nueve) y se llevaron a las mujeres y niños. Félicité dice que eran 73 mujeres las secuestradas, todas de su etnia, y que no ha vuelto a saber de ninguna de ellas, porque un día logró huir con sus hijos y a fuerza de caminar sin pausa lograron llegar a Níger y de allí a Chad. Como su idea era quedarse a vivir en Nigeria su pareja vendió todos los campos, y además como este no oficializó su matrimonio con Félicité la familia de él no la reconoce. Así que en Chad se ha encontrado absolutamente sin nada y con el único apoyo de su madre que, aunque mayor cuida de uno de sus ocho hijos, mientras que los otros siete están a su cargo. Y va a llegar el noveno porque Félicité está embarazada”.

Este misionero javeriano, tras hablar de estas mujeres y de estas familias, Cristos dolientes en esta Tierra, presenta la foto de dos capillas: “la pequeña cerrada con muros de ladrillo y la grande bajo el árbol”, desde donde elevan sus plegarias al Padre de todos.

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