Un sacerdote Fidei Donum, camino de los altares

  • On 27 de octubre de 2025

OMPRESS-BRASIL (27-10-25) El Papa León XIV aprobaba la semana pasada la publicación al Dicasterio de las Causas de los Santos de decretos sobre varios Siervos de Dios. Entre ellos el del padre Angelo Angioni, sacerdote diocesano Fidei Donum, que partió como misionero a Brasil. Allí sería fundador de un instituto misionero.

Nacido el 14 de enero de 1915 en Bortigali, Cerdeña, en el seno de una familia numerosa, en 1926, con solo once años, ingresó en el Seminario Menor Diocesano de Ozieri y, tras estudiar en el Pontificio Instituto para las Misiones Extranjeras (PIME), regresó a Cerdeña por motivos de salud y fue aceptado en el Pontificio Seminario Sardo de Cagliari como seminarista de la diócesis de Ozieri.

El 31 de julio de 1938 fue ordenado sacerdote y, tras diez años de ministerio como vicario parroquial y luego párroco, en 1948 fue nombrado rector del Seminario Diocesano de Ozieri. Durante esos años, trabajó para establecer una comunidad diocesana de sacerdotes oblatos, consagrados a las misiones populares y extranjeras siguiendo el ejemplo del beato Paolo Manna, fundador de una de las cuatro Obras Misionales Pontificias, la Pontificia Unión Misional. Cuando, durante el Año Santo de 1950, fue enviado a Roma por el obispo de Ozieri para solicitar un lugar de misión para los oblatos, fue remitido a la diócesis de São José do Rio Preto, Brasil, que necesitaba sacerdotes. Al año siguiente, como sacerdote Fidei Donum, se incorporó a la parroquia de São João Batista do Rio Preto, primero como coadjutor y luego como párroco, donde ejerció su ministerio hasta su muerte.

Realizó su ideal misionero dedicándose no solo a la pastoral, sino también al ámbito social y educativo, impulsando la creación de una escuela parroquial y el lanzamiento del Instituto Misionero del Inmaculado Corazón de María, compuesto por sacerdotes, diáconos, monjas contemplativas y laicos. Gracias a su iniciativa, se construyeron iglesias, capillas, casas de retiro, residencias religiosas y espacios para ancianos y actividades parroquiales. En la década de 1970, trabajó incansablemente para que la diócesis de Pavía, de la que su hermano Antonio era obispo, enviara a un grupo de maestros y educadores para establecer allí un seminario. También escribió numerosos folletos informativos, que imprimió con la imprenta con que contaba el Instituto Misionero que fundó. En 1992, entre sus últimas actividades apostólicas y misioneras se encontraba la fundación de un Instituto de Ciencias Religiosas, donde él mismo impartió clases. Su intensa actividad pastoral se vio frenada por dos derrames cerebrales que sufrió en 2000 y 2004, dejándolo gravemente debilitado. El 15 de septiembre de 2008 concluyó su vida terrena y, tras el funeral que contó con una gran participación popular, fue sepultado en la iglesia de São João Batista.

El padre Angioni, como sacerdote Fidei Donum, combinó la proclamación del Evangelio con la promoción de la dignidad humana en un contexto caracterizado por la extrema pobreza. Su apostolado brilló por su amor al Señor y su celo por transmitirlo a quienes le fueron confiados. Atraído por la misión desde joven, aceptó con espíritu de obediencia partir hacia Brasil, donde permaneció asiduo a la oración y la adoración eucarística, viviendo la caridad hacia el prójimo como una forma de culto a Dios. Visitó las zonas más remotas del vasto territorio donde ejerció su ministerio, brindando consuelo espiritual y ayuda material. Dio numerosas conferencias sobre la Virgen María, siguiendo de cerca el Movimiento Sacerdotal Mariano que se había extendido por Latinoamérica. Vivió la pobreza según el ejemplo evangélico, disponiendo únicamente de lo indispensable para su servicio sacerdotal y su vida. Desde su formación, acogió las directrices de sus superiores con apertura y una actitud de gran humildad, que mantuvo incluso como fundador del Instituto de los Misioneros del Inmaculado Corazón de María. También soportó con edificante serenidad los sufrimientos físicos de los derrames cerebrales que lo azotaron, lo paralizaron y lo llevaron a la muerte. A partir de entonces, su fama de santidad se extendió por Brasil y su Italia natal.

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