“Un misionero tiene mucho que agradecer a las Obras Misionales Pontificias”
- On 27 de junio de 2018
OMPRESS-MADRID (27-06-18) Obras Misionales Pontificias presentaba ayer la Memoria de Actividades 2017. Gracias a lo recaudado ese año, las Obras Misionales pusieron a disposición del Santo Padre en 2018, 16 millones y medio de euros para enviar a las misiones. La ayuda económica es fruto de un enorme trabajo de animación misionera que se lleva a cabo a lo largo del año en todas las diócesis españolas, y que suscita la participación de unas 250.000 personas.
En la presentación de la Memoria, el subdirector de las Obras Misionales Pontificias, José Mª Calderón destacó que la colaboración económica sigue siendo fundamental para “mantener a la Iglesia en los territorios de misión”, que no son autosuficientes, y “necesitan nuestra ayuda”. Sin embargo, subrayó que “nuestra misión no es ser el monedero de los territorios de misión”, porque “la Iglesia nació para la Evangelización y si deja de tener ese sentido, se muere”. De esta manera, el subdirector de la institución subrayaba también el enorme y callado trabajo de animación misionera que se realiza en las diócesis españolas para mantener vivo el espíritu misionero a lo largo de todo el año.
“No sabría cómo dar las gracias por todo lo que me habéis ayudado”, decía Joan Soler, misionero del IEME en Togo, que fue el invitado especial a la presentación de la Memoria. En los 9 años que ha vivido como misionero en Togo se ha sentido muy acompañado por las Obras Misionales, especialmente “en los momentos difíciles”. Además, gracias a la ayuda económica recibida, pudo, entre otras cosas, construir en la misión una escuela para 400 niños y dar becas de estudio a muchos de ellos. “Un misionero tiene mucho que agradecer a las OMP”, concluía.
Josefa Ledo, secretaria de la Delegación Diocesana de Misiones de Ourense, habló en representación de las 69 diócesis españolas y sus delegaciones de misiones. Josefa destacó que “la Delegación no es una oficina recaudatoria ni para hacer campañas, sino un centro de vida apasionante al servicio de la Iglesia diocesana y universal”. En cualquier momento hay que cambiar el plan de trabajo diario, porque “puede entrar un misionero, la familia de un misionero, un joven que se quiere ir a la misión o un sacerdote que quiere dejar su herencia a las misiones”. Y lo primero para esta trabajadora, que lleva 42 años en la delegación orensana, es atenderlos. Uno de los aspectos más importantes de su trabajo es el “acompañamiento” y el cuidado de los misioneros, cuyas cartas guarda como “sacramentos de vida”.