Un joven camerunés tras las huellas de Santa Teresa del Niño Jesús
- On 21 de junio de 2021
OMPRESS-CAMERÚN (21-06-21) Se llamaba Jean-Thierry Ebogo pero, al hacerse carmelita descalzo, adoptó el nombre de Jean-Thierry del Niño Jesús y de la Pasión, recordando a quien fue su inspiración durante su breve vida religiosa. Y es que como Santa Teresa del Niño Jesús, también este carmelita camerunés falleció muy joven.
La causa de canonización de Jean-Thierry, iniciada por la Orden de los Carmelitas Descalzos y apoyada por la Archidiócesis de Milán, terminaba su fase diocesana y era trasladada a la congregación vaticana para las Causas de los Santos la semana pasada. Todo este proceso ha sido seguido muy de cerca por la comunidad de carmelitas descalzos de Camerún y por la archidiócesis de Yaundé, para la que una posible canonización de Jean-Thierry sería motivo de gran alegría y un reconocimiento para toda la comunidad católica.
El actualmente siervo de Dios nació el 4 de febrero de 1982 en Bamenda, en el noreste de Camerún y, desde niño, quiso ser sacerdote. De hecho la escuela primaria la hizo en el seminario menor de Guider y, aunque para continuar sus estudios tuvo que abandonarlo, siguió con su deseo de ser sacerdote. Tras una breve experiencia con los Oblatos de María Inmaculada, entró finalmente en la Orden de los Carmelitas Descalzos en 2003. Desde el primer momento sintió la influencia de la espiritualidad de la patrona de las misiones, Santa Teresa del Niño Jesús, a la que seguiría precisamente en el dolor y la enfermedad. Sus primeras tareas como religioso fueron la animación de grupos de oración, la juventud y la Acción Católica. Una enfermedad de huesos le comenzó a afectar, llevando a la amputación de su pierna derecha. Enviado a Italia, terminó su noviciado en Milán, y en el 2005 hizo su profesión religiosa. Hospitalizado, su habitación se convirtió en un verdadero lugar de encuentro, al que acudían centenares de jóvenes, sacerdotes, consagrados, enfermos, gracias al carisma que irradiaba.
Falleció el 5 de enero de 2006, en Legnano, con solo 23 años de edad. Antes de fallecer dijo: “No haré como Teresa del Niño Jesús, que prometió una lluvia de rosas del cielo, desde mi cielo, haré llover un diluvio de vocaciones”. Su tumba, cubierta de flores y velas, en el cementerio de los carmelitas descalzos de Nkolbisson, en Yaundé, es destino de peregrinación para muchas personas que se acercan a orar y meditar.