Un grito de ayuda desde Siria
- On 13 de febrero de 2023
OMPRESS-SIRIA (13-02-23) El director nacional de las Obras Misionales Pontificias en Siria, Mons. Saccal Mounir, escribía una carta, un grito para ayudar a la ya muy martirizada Siria, que ahora con el terremoto, “cae por segunda vez bajo el peso de la cruz”, en su particular vía crucis.
“El lunes 6 de febrero a las 4:17h de la mañana, un terremoto de magnitud 7,8 golpeaba nuestro país, y se seguían otros tres el mismo día. Alepo, muy próxima al epicentro, ha sufrido mucho. Este terremoto de gran magnitud ha sido una catástrofe devastadora que se ha sumado a las desgracias y desesperanzas provocadas por once años de guerra.
La situación hoy en Alepo es catastrófica, estamos rodeados de caos y desolación; los habitantes han tenido que huir de sus hogares para refugiarse en sus coches y en las calles bajo una lluvia torrencial. Hemos abierto, en primer lugar, para albergar a la población, iglesias y jardines de conventos.
Este terremoto de pesadilla añade, a nuestra población agonizante, una espina más a sus heridas. Siria está viviendo una verdadera tragedia. Más de la mitad de la población está por debajo del umbral de la pobreza, según los últimos informes de la ONU, lo que se añade a las sanciones, la ley del Cesar.
El país tiene escasez de los productos vitales para la vida diaria: sin electricidad ni combustible para calentarse, sin gasolina y además con la inflación, debido a la devaluación de la libra siria. Es un verdadero estado de desesperación y angustia.
En este estado de crisis generalizada y gracias a la movilización de jóvenes ciudadanos y scouts, acudimos en ayuda de las personas en apuros, les proporcionamos mantas y comida, en la medida de las posibilidades de nuestras arcas, ya vacías por los años de guerra, y por la dificultad e incluso imposibilidad de conseguir auxilio de los compatriotas en el extranjero, por la prohibición de transferencias. El bloqueo nos va matando lentamente, el frío y el hambre y la inseguridad son nuestro día a día.
Hoy, tres días después del desastre, enterramos a nuestros muertos, y evaluamos la escala de este desastre, dándonos cuenta de que somos incapaces nosotros solos de sufragar las necesidades económicas para reparar los daños, porque la mayoría de los cimientos de las viviendas han sido afectados y tenemos a urgencia de restaurarlos para que los residentes puedan regresar a sus casas de manera segura.
Los cristianos en Siria hemos sufrido durante una década, tenemos una generación de adolescentes que solo han conocido el miedo y la inseguridad. Somos la sal de esta tierra, bendecida en el pasado, y esperamos seguir siéndolo.
Ayudadnos a que nuestros fieles que se han quedado sigan manteniéndose aquí, para proteger la cuna del cristianismo, al apoyarnos económica y psicológicamente. Ayudadnos a hacer oír nuestros gritos de angustia en los oídos sordos de los líderes del mundo, que sus corazones malheridos y sus ojos cegados se abran y se enternezcan ante un pueblo que ha sufrido un martirio y lo sigue sufriendo. Recen para que nosotros, servidores de la Iglesia, tengamos la fuerza de dar consuelo a nuestro pueblo, para que pueda encontrar la fe y la esperanza de días mejores.
Al final de este testimonio, aprovechamos para implorar a la Virgen María y a San Antonio de Padua que mantengan en paz en nuestro país.
Oh, San Antonio, el más bondadoso de los santos, tu amor por Dios y sus criaturas te ha hecho merecedor, en esta tierra, de poderes milagrosos. Te imploramos que intercedas por nosotros. Susurra nuestra petición al oído del dulce Niño Jesús, que amaba acurrucarse en tus brazos, Protege a nuestro país y a nuestro pueblo de los desastres naturales y humanitarios. Oh, San Antonio, santo de los milagros, cuyo corazón estaba lleno de compasión humana, te rogamos que escuches nuestras oraciones y te estaremos agradecidos por siempre. Amén”.