Un franciscano desde Damasco

  • On 18 de marzo de 2020

OMPRESS-DAMASCO (18-03-20) Carta de Cuaresma de fray Bahjat Karakach Elias, el padre franciscano guardián del convento de Bab Thouma en Damasco, tras casi diez años de sufrimiento de Siria y el triste consuelo de estar aislado ante el coronavirus. Lleva por título “estuve en la cárcel y vinisteis a verme”.

“Queridos amigos, les escribo desde la cárcel. Hemos entrado en la cuaresma, tiempo que nos ayuda a convertirnos a través de la penitencia. Un tiempo en el que estamos llamados a estar cerca de quien sufre, de los marginados con los cuales se identificaba el Señor Jesús. Los presos son mencionados expresamente en la parábola del juicio final en Mt 25,31-46: Estuve en la cárcel y vinisteis a verme. Aquí en la cárcel no estoy solo, comparto este cautiverio con todos mis compatriotas. En efecto, los sirios vivimos desde 2011 en una gran prisión, impuesta por las políticas occidentales, por los países que se apropian el papel de defensores de los derechos civiles, pero que han puesto bajo embargo a una nación entera, y… ¿saben por qué estamos en esta cárcel? Porque queremos defender nuestro hermoso país de los terroristas que una vez quisieron convertir a Siria en un Estado oscurantista.

Hoy, los grandes medios de comunicación quieren resaltar la historia de una niña muerta de frío o de una familia obligada a huir de los bombardeos, pero estos mismos medios no hablan de los millones de sirios que sufren el frío por falta de gasóleo, que no siempre pueden disfrutar de un plato caliente por la falta de gas de cocina. No hablan de los estudiantes que no pueden estudiar después del atardecer por falta de electricidad, no hablan de los ancianos abandonados porque sus hijos tuvieron que emigrar… No les hablan de los caros precios de la vida, porque la Lira siria se ha devaluado mucho; no les hablan de los jóvenes soldados que combaten el terrorismo con temperaturas bajo cero y no saben si podrán lograrlo, no les hablan de los enfermos que no pueden recibir una atención digna, porque los terroristas ‘moderados’ han destruido la mayoría de los hospitales, y porque los hospitales que funcionan no pueden reparar la maquinaria debido al embargo… Y seguramente no hablarán de los bombardeos israelíes que mataron a un joven universitario hace dos días, ni tampoco de los discursos abiertamente hostiles de Erdogan que decidió introducir en las escuelas primarias la nostalgia otomana de reconquistar las tierras limítrofes, entre ellas Siria.

Los grandes medios de comunicación ni siquiera hablarán de la alegría de los alepinos desde que el ejército nacional logró liberar los suburbios al oeste de Alepo, sobre los que llovían morteros que golpeaban a los civiles. Nunca les hablarán sobre la alegría de todos los sirios por la reapertura de la autopista Damasco-Alepo y de la puesta en funcionamiento del aeropuerto internacional de Alepo, que ha dado esperanza a una posible recuperación económica… No hablarán del anuncio de la reparación de la vía ferroviaria entre la capital siria (Damasco) y la capital industrial (Alepo) y de la posibilidad de viajar en tren después de nueve años de guerra… Así que les digo que estamos en la cárcel… y nuestras noticias, las verdaderas, están poco difundidas. A veces alguien viene a visitarnos, nos hace sentir parte del mundo y nos da la esperanza de poder volver a ser una nación ‘normal’, no aislada del orbe.

Desde esta cárcel escuchamos noticias tristes y preocupantes del coronavirus, que invade el mundo y nuestra amada Italia, rezamos por ustedes y, a veces, queriendo desdramatizar, decimos que en esta ocasión es una ventaja el estar en ‘cárcel’ porque al menos este maldito virus no puede penetrar fácilmente las paredes de nuestra nación. Desde la ‘cárcel’ les deseamos todo bien y un buen camino cuaresmal… No tengáis miedo, Jesús, con su cruz, ha vencido el sufrimiento, el pecado y la muerte”.

 

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