Tres pequeñas acciones en este mes misionero
- On 7 de octubre de 2025
OMPRESS-VITORIA (7-10-25) Es lo que propone el Obispo de Vitoria, Mons. Juan Carlos Elizalde, para este mes misionero, en la carta del Domund que ha dirigido a sus diocesanos: rezar por las misiones y por los misioneros; colaborar, cada uno en la medida de sus posibilidades; vivir con entusiasmo el compromiso de ser discípulos misioneros aquí y ahora. En su carta recoge además el impulso misionero del Papa León XIV:
“Queridos diocesanos: Un año más, llega el Domingo Mundial de las Misiones, por todos conocidos como el Domund. Con esta Jornada Misionera Mundial que celebraremos el próximo 19 de octubre, nos unimos al llamamiento del Papa Francisco, que nos dejó ya preparado un precioso mensaje para esta cita: ‘El Señor nos ha enviado como misioneros de esperanza entre los pueblos’. Precisamente ese ha sido el lema elegido para esta 99 edición del Domund donde se nos recuerda que todos estamos convocados a ser testimonios andantes del Evangelio y portadores vivos de la esperanza que brota del Resucitado.
Desde el primer instante, el papa León XIV ha urgido a vivir con «un espíritu misionero, sin encerrarnos en nuestro pequeño grupo ni sentirnos superiores al mundo». Sin anular las diferencias y «valorando la historia personal de cada uno y la cultura social y religiosa de cada pueblo». «Construyamos una Iglesia misionera, que abre los brazos al mundo, que anuncia la Palabra, que se deja cuestionar por la historia y se convierte en fermento de concordia para la humanidad». Proseguía en la Eucaristía de Inicio de Pontificado: «Por eso, os repito lo que dije en mi primer saludo, en la tarde del 8 de mayo: «Debemos buscar juntos cómo ser una Iglesia misionera, una Iglesia constructora de puentes, dialogante, siempre abierta a acoger […] con los brazos abiertos a todos, a todos los que necesitan nuestra caridad, nuestra presencia, el diálogo y el amor». Estas palabras iban dirigidas a la Iglesia de Roma. Y ahora las repito pensando en la misión de esta Iglesia hacia todas las Iglesias y el mundo entero, para servir a la comunión, a la unidad, en la caridad y en la verdad».
Durante la reciente Asamblea General de OMP expresó su reconocimiento a este brazo de la Iglesia por el servicio entregado en las zonas de misión, resaltando iniciativas concretas –como la formación catequética, el acompañamiento a comunidades jóvenes y el cultivo de vocaciones– y las definió como ‘testimonio vivo del compromiso de la Iglesia con el anuncio del Evangelio’.
El papa León XIV es un misionero y apelaba a su experiencia cuando les decía que ‘esta dimensión cristiana de nuestra vida y misión la llevo en mi corazón, y se refleja en las palabras de san Agustín que elegí para mi servicio episcopal y ahora para mi ministerio pontificio: In Illo uno unum. Cristo es nuestro Salvador y en Él somos uno, la familia de Dios, más allá de la rica variedad de nuestras lenguas, culturas y experiencias’. La experiencia de comunión vivida ‘como miembros del Cuerpo de Cristo’ –ha subrayado el Pontífice– ‘nos abre naturalmente a la dimensión universal de la misión evangelizadora de la Iglesia, y nos inspira a ir más allá de los confines de nuestras propias parroquias, diócesis y naciones, para compartir con toda nación y pueblo la sobreabundante riqueza del conocimiento de Jesucristo’. Y precisamente “un enfoque renovado en la unidad y universalidad de la Iglesia corresponde precisamente al carisma auténtico de las Obras Misionales Pontificias”.
Por eso, desde nuestra Diócesis de Vitoria, de especial tradición misionera, os animo a tres pequeñas pero muy potentes acciones: Lo primero, rezar por las misiones y por los misioneros, por quienes anuncian el Evangelio en territorios humildes, y por las Obras Misionales Pontificias. La oración es el primer paso para llevar a cabo un proyecto eclesial. Segundo, colaborar, cada uno en la medida de sus posibilidades, para sostener proyectos misioneros que dignifican a los últimos y que muestran a Jesús a quienes no lo conocían. Coordinarse con la Delegación de Misiones sería una línea de acción pastoral magnífica. Y tercero, también importante, vivir con entusiasmo el compromiso de ser discípulos misioneros aquí y ahora: desde lo cotidiano, en nuestras relaciones y sin complejos, abrazando la misión universal como tarea de todos. Que esta jornada nos vuelva a recordar que la Iglesia, enviada por Cristo y animada por el Espíritu Santo, no puede permanecer en casa, mirándose a sí misma. Somos comunidad en salida. Unidos en oración y acción, vivamos como misioneros de esperanza especialmente en este Año Jubilar. Con mi afecto y bendición”.