Todo nuestro ser debe gritar el Evangelio a los cuatro vientos

Todo nuestro ser debe gritar el Evangelio a los cuatro vientos

  • On 3 de octubre de 2023

OMPRESS-ROMA (3-10-23) Esta fue una de las frases de San Carlos de Foucauld que recordó el Papa Francisco ayer al recibir a las Hermanitas de Jesús, reunidas en Capítulo. Una congregación nacida del carisma de entrega, silencio y acercamiento a todos de quien era conocido como el “Hermano Universal”.

El Papa recordó cómo nació esta congregación religiosa de la experiencia carismática de San Carlos de Foucauld, retomada, unos veinte años después de su muerte, por Magdeleine Hutin y Anne Cadoret, siguiendo tres grandes líneas-guía: una fuerte experiencia de búsqueda de Dios, de testimonio del Evangelio y de amor por la vida escondida.

Puesto que las religiosas habían escogido el pasaje evangélico de la Samaritana como referencia para su Capítulo general. El Papa quiso glosar este pasaje siguiendo las tres guías antes apuntadas. La primera, la búsqueda de Dios. “El Maestro”, les decía, “os espera junto al pozo de su Palabra, agua viva que apaga la sed de nuestros deseos. Es hermoso cultivarse escuchándolo estando a sus pies en adoración, como lo hacía el hermano Carlos, que no conocía nada más dulce que las horas pasadas ante el Tabernáculo, diciendo que ‘cuanto más se bebe de esta dulzura, más sed se tiene’”. Tras saber cuáles son los deseos de Jesús, ya se puede partir a los “pueblos y ciudades a los que seréis enviados, más libres y ligeros, vacíos de vosotros mismos y llenos de Él”.

La segunda directriz que ha caracterizado a las Hermanitas de Jesús ha sido “el testimonio del Evangelio, su don a los demás con palabras, con obras de caridad y con la presencia fraterna, orante y adoradora de vuestras pequeñas comunidades internacionales. San Carlos de Foucauld decía: ‘Todo nuestro ser debe gritar el Evangelio a los cuatro vientos’”, y también escribió: “Pensad mucho en los demás, orad mucho por los demás. Dedicarse a la salvación del prójimo con los medios a nuestro alcance, la oración, la bondad”, porque “no basta con dar a quien pide: hay que dar a quien tiene necesidad”.

La tercera directriz, el amor a la vida oculta, les recordaba el Papa Francisco que “es el camino de la Encarnación, el camino de Nazaret, el indicado por Dios con su desvestirse y hacerse pequeño para compartir la vida de los pequeños. ‘Quiero – decía Carlos de Foucauld– pasar desconocido en la tierra como un viajero en la noche, pobremente, laboriosamente, humildemente, dulcemente… imitando a Jesús en todo en su vida en Nazaret y, llegado el momento, en su Via Crucis y en su muerte’”.

Animaba a las religiosas a que, siguiendo la inspiración del Hermano Carlos, fueran “instrumentos preciosos para que Dios siembre pequeñas perlas de ternura evangélica en el mundo, que es vuestra especialidad, la ternura evangélica. Y el Señor seguirá haciéndolo, en la medida en que os mantengáis sencillos y generosos, enamorados de Cristo y de los pobres”.

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