Testimonios de misioneros, tocados por el Espíritu
- On 22 de noviembre de 2024
OMPRESS-PUERTO RICO (22-11-24) En el Congreso Americano Misionero (CAM6) continúan las intervenciones, talleres y testimonios, en torno a la misión, siguiendo el lema de “América, con la fuerza del Espíritu, testigos de Cristo”. Entre estas actividades tuvo lugar una mesa redonda con seis misioneros, dispuestos a dar testimonio de que el lema se cumple.
Los misioneros fueron la mexicana Juana Madrigal Valencia, misionera javeriana en Tailandia; Emilio Ignacio Venavente y María Belén Peñalba, matrimonio argentino perteneciente al Voluntariado Misionero Salesiano, médicos, misioneros en India; el padre José Guadalupe Martínez Rea, de los misioneros de Guadalupe, en Nairobi, Kenia; la hermana Ana Ivelisse Rodríguez Ruiz, de la Comunidad Misionera de Villaregia, misionera en Burkina Faso; y María Luisa Messina, misionera del Verbum Dei en Filipinas.
Cada uno de ellos contó su vocación y cómo el Espíritu les fue guiando hacia la misión ad gentes y a ser testigos de Cristo más allá de su tierra. “La espiritualidad de mi comunidad”, indicaba la hermana Ana Ivelisse, “me ha sostenido, da sentido a la misión. Poder contar con la comunión de los hermanos, eso es lo que da fortaleza. Sin espiritualidad, la misión muere. Siempre habrá exceso de tareas y reclamos; se corre el riesgo de dejar de ofrecer a Dios para ofrecerse uno mismo”. Un hilo común guió sus testimonios. Como decía María Luisa Messina, cuando llegó a la misión, “me abrieron el corazón y sentí que los demás eran mis hermanos”. El padre José contó cómo “fue descubriendo que tenía vocación al sacerdocio para ser misionero, aun cuando desconocía congregaciones misioneras”, y poco a poco descubrió adónde le llamaba el Señor.
Dieron además respuesta a diversas preguntas planteadas por los asistentes. ¿Qué debe tener en cuenta un obispo para que sea siempre misionero? ¿Cómo animar e impulsar en la Iglesia Local? “Formación misionera, y particularmente exponer a los seminaristas para que realicen experiencias misioneras”, decía Juana Madrigal. Y, que, apuntaba Emilio Ignacio, como su vocación y la de su esposa nacieron “entre los jóvenes: escuchémoslos, tomemos en cuenta sus inquietudes”.
A la pregunta de qué necesita América para que crezca el sentido misionero. El padre José animaba a “crear en las comunidades la conciencia de que ellos –incluso iglesias jóvenes recién creadas–, todos, son misioneros. Insistir en ir más allá de sí mismos”. Resaltaron que aunque solo algunos estén llamados a una vocación específica ad gentes, todos estamos llamados a un seguimiento, a salir de la zona de confort, a vivir la misión manteniendo una relación viva con Cristo.