Ser misionero con Manhattan enfrente
- On 16 de junio de 2020
OMPRESS-ESTADOS UNIDOS (16-06-20) Desde Union City, en Nueva Jersey, al otro lado del río Hudson, frente a Manhattan, escribe el padre José Antonio Ciordia Castillo, misionero agustino recoleto navarro. Cuenta que los agustinos recoletos tienen encomendadas dos parroquias en Union City, Holy Family y Saint Augustine. En esta última, la que tiene más fieles, es donde trabaja el padre Ciordia.
Tanto la parroquia, como la misma ciudad de Union City, cuenta el religioso, están ubicadas “en frente Manhattan, barrio populoso, por decirlo así, de la City de New York. Nos encontramos en la parte más poblada de todo Estados Unidos por kilómetro cuadrado. Aquí no cabe nadie más; van desapareciendo las edificaciones unifamiliares y van alzándose condominios émulos un tanto de los que se levantan en la gran urbe. Nos separa de ella el río Hudson; pertenecemos, pues al área de la gran City, por más que geográficamente seamos de New Jersey y no de New York. Es como si fuéramos un barrio, ¡de trabajadores!, de Nueva York. Esto facilita entender la situación laboral, económica, moral y religiosa de nuestra feligresía. La vivienda es sumamente escasa y excesivamente cara: varias familias en un piso, trabajar ambos progenitores, si los hay, durante el día, con frecuencia más allá de los ocho horas, carestía de la vida, trabajos, a veces, no tan bien remunerados, etc. etc.
Otro elemento a tener en cuenta es el origen nacional-racial de los feligreses. Años atrás, al principio de la migración llamada hispana, aparecieron por aquí fieles oriundos de Cuba con algunos de Puerto Rico. Es de señalar que la feligresía cubana logró formar una comunidad compacta y activa, que ha sabido dar carácter y forma, aún hasta hoy, a esta comunidad hispana. La catequesis en español, por ejemplo, comenzó y se alargó con ellos de forma estable y eficiente. Poco a poco, tras ellos, han ido apareciendo, y dejando también su huella característica, otras familias hispanas: Santo Domingo, México (especialmente Puebla), Colombia, Perú, Ecuador, Centro América… El término ‘hispano’, aunque cubre de alguna manera a estas naciones y otras, no dice mucho, en verdad, de lo que cada una de estas naciones-etnias aporta consigo en lo social, religioso y educativo. Por ejemplo el cubano que aterrizó aquí no vino en plan de encontrar trabajo, sino por motivos político-religiosos de configuración muy particular. Y no es lo mismo unas palabras dirigidas a un cubano de la gran ciudad de la Habana que a un piadoso y religioso buen hombre que viene de un rancho a buscar trabajo y a mejorar su vida. Ante Dios todos iguales, hijos, y distintos, al mismo tiempo. Esto exige atención, cuidado y dedicación casi personalizada en la pastoral a las costumbres religiosas que cada uno trae de su tierra: Ntra. Señora de la Caridad del Cobre (Cuba). Virgen de Chapi (Perú), El Señor de los Milagros (Perú), Ntra. Señora de Altagracia (Santo Domingo) etc.
Con todo, sin entrar en pormenores, es de admirar la cohesión y armonía de unos y otros grupos en el caminar de la parroquia. Los grupos son numerosos y, exceptuados, hasta cierto punto, el cobijado bajo el Señor de los Milagros y la Acción Católica Cubana, todos los demás son ampliamente heterogéneos; es decir lo integran personas de múltiples naciones, géneros y edades. Pienso, por ejemplo, en el Comedor Dominical: cada domingo se encarga un grupo de la parroquia de presentar el desayuno y la comida: Catequistas, Legión de María, Jóvenes ‘luz de Dios’, Renovación Carismática, Creciendo en la fe, Padres educando Padres, y otro muchos. Porque grupos hay muchos y movidos. Y, en ellos, integrantes de distintas naciones. Ves cinco a seis personas trabajando juntas y puedes distinguir en ellas cinco a sise naciones distintas. Hasta ahora no he percibido ningún despunte de racismo o animadversión de un pueblo contra otro. El trabajo es realmente ‘católico’.
A mí personalmente me preocupa, aunque la preocupación es hoy día casi universal, la falta de formación religiosa en muchos de nuestros parroquianos. En la catequesis, por ejemplo, es normal encontrarse con niños que no conocen oración alguna, (Padrenuestro, Avemaría) ni siquiera hacer la señal de la cruz… Los niños y jóvenes se encuentran en otro mundo. Muchos de ellos no traen de casa nada de ello. Aunque creo que esta deficiencia no es característica de estos lugares, porque tengo entendido que, aun en España, cantidad de universitarios no alcanzan a decir, no digo rezar, el Padrenuestro. Como diría mi madre, ‘no alcanzan ni a decir El Amén Jesús’. Estamos dispuestos a todo. Y si tenemos que darnos contra la pared, pues nos damos contra ella y adelante (En el fondo el himno de Navarra: ‘Aunque el mundo se hunda, Navarra siempre pa´lante’).
No me entretengo en hablar de los grupos de esta parroquia porque son, primero, muchos y, segundo, porque los podrán encontrar en cualquiera de las parroquias que Vds. conozcan; sobre todo si son grandes como esta. Aquí caben unos 900, cuando está llena; y lo suele estar, durante el curso, en las misas de 09:30h y 11:00h, que son las de las catequesis en español de primera comunión y confirmación. La asistencia a la misa de 13:45h es también numerosa, como también lo va siendo la de 20:15 de catequesis en inglés.
Pero sí voy a decir algo sobre dos actividades, una parroquial y otra extraparroquial aquí vigentes. Será porque las preside un servidor (otra manifestación de humildad): ‘Comentarios a las Lecturas Dominicales’ y ‘Encuentro Matrimonial Mundial (EMM)’. La primera consiste en dedicar algo más de una hora semanal, los miércoles, a la explicación y comentario de las lecturas bíblicas que van a aparecer en la celebración eucarística del domingo inmediato. No se trata del ‘Estudio Bíblico’, presente también entre nosotros, sino específicamente de preparar las lecturas correspondientes al domingo que se acerca, para su CELEBRACIÓN en la Eucaristía. No basta, tan solo, conocer la palabra de Dios, sino entenderla, rumiarla, y asimilarla para su CELEBRACIÓN en el Día del Señor. La palabra necesita no solo ser conocida sino celebrada con la asamblea entera en la celebración festiva del Día del Señor. No solamente se digiere en la exposición sino que se asimila vitalmente en la celebración. La ‘clase’ es familiar y participativa. Es una bendición. (Un servidor ha sido casi durante 40 años profesor de Sagrada Escritura en nuestro Teologado de Marcilla, Navarra).
La otra actividad, Encuentro Matrimonial Mundial, nos lleva a recorrer distancias como Colorado, Oklahoma, Arkansas, Maryland, Texas etc. etc. para servicio de ese movimiento. Lo considero verdaderamente importante para los matrimonios y la familia, tan expuestos hoy día a su disolución y destrozo. Algunas diócesis, entre ellas Oklahoma y Arkansas, se han hecho cargo ellas mismas, como tales, de esta actividad. ¡Siempre pa´lante!”.