Santuario de Yagma: peregrinación y recuerdo de un gran misionero

  • On 5 de febrero de 2019

OMPRESS-BURKINA FASO (5-02-19) Este domingo 3 de febrero, en su peregrinación anual, los católicos de la archidiócesis de Uagadugú, Burkina Faso, se daban cita en el Santuario de Nuestra Señora de Yagma. Este año han querido recordar a los pioneros “de nuestra Iglesia-familia de Dios en Uagadugú”, en referencia a quien fuera el verdadero padre espiritual de esta Iglesia, el padre Joanny Thévenoud. Este misionero, de la Sociedad de los Misioneros de África, los conocidos Padres Blancos, llegó a Burkina Faso en 1903.

En esta peregrinación, al lado del arzobispo de Uagadugú, el cardenal Philippe Ouédraogo, acudió también, desde Francia, el obispo de Chambery, Mons. Philippe Ballot, y un grupo de fieles. Se unieron a la multitud de fieles que llenaba el santuario y sus alrededores, llegados de todo Burkina. Se oían canciones de alabanza, de adoración, de acción de gracias, cantadas en francés o en las lenguas vernáculas.

En la homilía de la Misa, el obispo de Chambery, señaló que toda vocación tiene su origen en el corazón de Dios y nadie puede ir al Hijo sin pasar por la Madre. Y recordando el tema de la peregrinación, recordar a aquellos que fueron los primeros en compartir la fe y el mensaje de Dios, habló sobre la figura de Joanny Thevenoud. Él fue el gran pionero, su paternidad y fraternidad trasciende fronteras y hace que Chambery – su diócesis natal – y Uagadugú tengan una historia cristiana común.

Por su padre el cardenal Ouédraogo destacó que “es, junto a la Madre del Cielo, donde venimos a encontrarnos con su hijo Jesús y a presentarle nuestras súplicas y orar por los fieles, por nuestra Iglesia-Familia de Dios y por nuestro amado Burkina, que tanto necesita nuestras oraciones, para que haya reconciliación, justicia y paz”.

Joanny Thévenoud, con una labor incansable de evangelización, puso los cimientos de esta Iglesia. En 1921 sería nombrado primer vicario apostólico de Uagadugú y, por lo tanto, su primer obispo. Su recuerdo está vivo en los frutos de su labor misionera e incluso en la gente que lo conoció, como Mons. Jean-Baptiste Kpiélé Somé, un anciano obispo burkinés, que cuando tenía 11 años, y el misionero visitaba su aldea, inspirado en su ejemplo de entrega a los demás, le dijo: “Yo, como usted, también quiero ser sacerdote”.

 

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