Santo Domingo y la misión de la Iglesia de atraer las mentes y los corazones hacia Cristo
- On 25 de mayo de 2021
OMPRESS-ROMA (25-05-21) El Papa Francisco ha escrito una carta con motivo del VIII Centenario de la muerte de Santo Domingo de Guzmán, el fundador de los dominicos e inspirador de la familia dominica, una de las más fecundas de la Iglesia por su carisma y por su misión. Dirigida al Maestro General de la Orden de Predicadores, Gerard Francisco Timoner, O.P., la carta comienza recordando uno de los títulos de Santo Domingo, “Predicador de la Gracia” por su consonancia con el carisma y la misión de la Orden que fundó. Será el próximo 6 de agosto cuando se cumplían los 800 años de la muerte de este gran santo, nacido en la localidad burgalesa de Caleruega y el Papa Francisco ha querido unirse a los “Frailes Predicadores para dar gracias por la fecundidad espiritual de ese carisma y de esa misión, que se manifiesta en la rica variedad de la familia dominica a lo largo de los siglos”.
Citando su exhortación apostólica Gaudete et exsultate, “cada santo es una misión; es un proyecto del Padre para reflejar y encarnar, en un momento determinado de la historia, un aspecto del Evangelio”, el Papa explica en la carta que “Domingo respondió a la urgente necesidad de su tiempo no sólo de una predicación del Evangelio renovada y vibrante, sino también, igualmente importante, de un testimonio convincente”, para ello “trató de volver a la pobreza y la sencillez de la primitiva comunidad cristiana” y constituyó “un cuerpo de predicadores comprometidos”. Santo Domingo “puede servir de inspiración a todos los bautizados, llamados, como discípulos misioneros, a llegar a todas las “periferias” de nuestro mundo con la luz del Evangelio y el amor misericordioso de Cristo”.
Señala el Papa Francisco como “la unidad de la verdad y la caridad encontró quizás su máxima expresión en la escuela dominicana de Salamanca, y en particular en la obra de Fray Francisco de Vitoria, que propuso un marco de derecho internacional enraizado en los derechos humanos universales. Esto, a su vez, proporcionó la base filosófica y teológica para el compromiso heroico de los frailes Antonio Montesinos y Bartolomé de Las Casas en América, y Domingo de Salazar en Asia, para defender la dignidad y los derechos de los pueblos nativos”. Anima por ello, a que los dominicos, hoy como entonces, estén “en la vanguardia de un anuncio renovado del Evangelio, capaz de hablar al corazón de los hombres y mujeres de nuestro tiempo y de despertar en ellos la sed de la llegada del reino de santidad, justicia y paz de Cristo”.
Prosigue rememorando cómo “el carisma dominico de la predicación pronto condujo a la creación de las diversas ramas de la gran familia dominica, abarcando todos los estados de vida de la Iglesia. En siglos sucesivos encontró una expresión elocuente en los escritos de santa Catalina de Siena, en las pinturas del beato Fra Angélico y en las obras de caridad de santa Rosa de Lima, el beato Juan Macías y santa Margarita de Città di Castello”. Todo ello sin olvidar a los mártires y a los “innumerables hombres y mujeres que, imitando la sencillez y la compasión de san Martín de Porres, han llevado la alegría del Evangelio a las periferias de la sociedad y de nuestro mundo”.
Estos 800 años de historia llevan al Papa a “expresar de manera especial mi gratitud a los Frailes Predicadores por su extraordinaria contribución a la predicación del Evangelio a través de su exploración teológica de los misterios de la fe”. Porque es un hecho, que “el apostolado intelectual de la Orden, sus numerosas escuelas e institutos de estudios superiores, su cultivo de las ciencias sagradas y su presencia en el mundo de la cultura han estimulado el encuentro entre la fe y la razón, alimentado la vitalidad de la fe cristiana y promovido la misión de la Iglesia de atraer las mentes y los corazones hacia Cristo. También en este sentido no puedo sino renovar mi gratitud por la historia de la Orden de servicio a la Sede Apostólica, que se remonta al propio Domingo”.
Por todo ello, concluye el Papa Francisco, “ojalá que la celebración del Año Jubilar derrame abundantes gracias sobre los Frailes Predicadores y sobre toda la Familia dominica, e inaugure una nueva primavera del Evangelio”.