San Francisco Javier y el Mes Misionero Extraordinario

  • On 3 de diciembre de 2018

OMPRESS-JAVIER (3-12-18) San Francisco Javier, de quien hoy celebramos su fiesta, es conocido como el santo misionero más grande de la época moderna. Será, además, una de las figuras centrales de la celebración del Mes Misionero Extraordinario de octubre de 2019. Este mes marca el centenario de la publicación del primer documento misionero de nuestra época, Maximum Illud, en ella el Papa Benedicto XV decía de San Francisco Javier, que era “digno de ser comparado con los mismos apóstoles, después de haber trabajado heroicamente por la gloria de Dios y salvación de las almas en las Indias Orientales y el Japón”. Y su muerte, a las puertas de China, parece querer abrir “el camino a la predicación del Evangelio en aquella región vastísima, donde habían de consagrarse al apostolado, llenos de anhelos misioneros y en medio de mil vicisitudes, los hijos de tantas órdenes religiosas e Instituciones misioneras”.

Proclamado santo, en 1622 precisamente el año en que se creaba la Congregación de Propaganda Fide, volcada en las misiones. En 1748 fue declarado Patrón de Oriente, en 1904 patrón de la propagación de la Fe y, en 1927, junto Santa Teresa de Jesús patrono de las misiones.

San Francisco Javier, tras encontrarse con San Ignacio de Loyola en París, donde estudiaba, comienza con este santo y otros compañeros la Compañía de Jesús. Será de 1541 a 1552 cuando discurra la parte “asiática” de su vida con su viaje misionero de Lisboa hasta la India, la estancia en este país (1541-1545), luego en las Islas Molucas (1545-1549), la llegada a Japón (1549-1552) y, finalmente, su muerte en Shangchuan, una isla frente a China, al sur de Macao y Hong Kong.

Su “aventura” misionera extraordinaria ha inspirado desde entonces miles de “aventuras” de muchos otros misioneros, incluso congregaciones – como los “javerianos”, entre otras –. Es el ejemplo del misionero, cuyas penas, renuncias, pruebas son vividas, como expresan sus innumerables cartas, en la confianza, en la paz y en la alegría que le venían de su relación con Dios.

 

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