Rica en diamantes y pobre en todo lo demás
- On 7 de febrero de 2024
OMPRESS-REPÚBLICA CENTROAFRICANA (7-02-24) Así habla de la República Centroafricana a la revista de las Obras Misionales Pontificias en Italia Popoli e Missione, la misionera Elvira Tutolo. Lo hace con la experiencia de más de 20 años y como reacción a una propuesta de cooperación italiana. Las Hermanas de la Caridad de Santa Juana Antida Thouret, la congregación de Elvira, llegaron al país en 1960. Las hermanas se han centrado en el sector educativo, con escuelas en Bocaranga, Bouar y Bhong, además de participar en la pastoral parroquial y en el servicio a los más necesitados. En Bouar gestionan un centro para enfermos de Sida.
“En este momento les estoy hablando a oscuras porque aquí no hay electricidad. La situación es muy grave: estoy en Berberati, en Centroáfrica. Cuando llegué aquí en 2001 era una pequeña ciudad. Con el tiempo, en lugar de desarrollarse, se ha convertido en menos que una aldea… Todas las minas de diamantes que eran un recurso se han vendido a los chinos y hoy las máquinas reemplazan a los mineros”, explica la misionera, que añade que las ganancias de las piedras preciosas en bruto terminan en Asia o Europa, dejando marchita la economía local. Habla de cómo la guerra y la economía depredadora han empobrecido al país.
Sin embargo, la Iglesia aquí siempre ha marcado la diferencia: “Nosotros, los misioneros, hemos hecho un importante camino a lo largo de los años: ayudamos a la gente a recuperarse y valoramos mucho su cultura local, ¡porque la conocemos!”, afirma. “Creo que, lamentablemente, el gobierno italiano se ha quedado atrás con respecto a todo lo que ya se ha hecho por África a lo largo de los años. No nos damos cuenta de la evolución de las intervenciones caritativas de la Iglesia católica y de nosotros, los misioneros, específicamente. El Plan Mattei, por lo poco que he oído, olvida nuestra presencia y pretende llegar como si el contexto fuera una pizarra en blanco”.
La hermana habla de una propuesta del gobierno italiano, el Plan Mattei para ayudar a África, que se ha presentado como una “cooperación alejada del enfoque caritativo”. “¡Como si hasta ahora en África solo se hubiera hecho caridad!”, dice Elvira. “Cuando nosotros, los misioneros, por ejemplo, no hacemos asistencia social ni ayuda humanitaria. Entramos en el tejido social y humano. Todo esto hay que valorarlo”.
Rica en diamantes, con la extensión más o menos del tamaño de Francia, y exactamente en el centro del continente (entre Sudán, Sudán del Sur y el Congo), la República Centroafricana ocupa el puesto 188 de 191 en el Índice de Desarrollo Humano. En este índice solo están por debajo Níger y Sudán del Sur. Por eso, “también cuestiono firmemente la lista de países contenida hasta ahora en el Plan Mattei para África”, añade, “que no incluye a los más pobres de todos, sino a aquellos de los que Italia puede obtener algo a cambio, como Mozambique, Túnez o Egipto”. La hermana pide que no se vea solo Bangui, la capital centroafricana, “mirad las aldeas de la periferia. El país está completamente abandonado a sí mismo. ¿Cómo hacemos para vivir? La gente es muy pobre y los pueblos están aislados”. La guerra de guerrillas interna, la presencia de numerosas milicias armadas ilegales y la de los mercenarios Wagner al servicio del presidente Touadera completan, según la misionera, la imagen.
La misionera trabaja con los niños sin familia, los “kizito”, y para ellos lleva adelante proyectos de desarrollo centrados en pequeñas actividades productivas, desde huertos comunitarios hasta clases de carpintería. Por eso, propone que “aquí habría que pensar en un conjunto de ayudas destinadas, por ejemplo, al desarrollo agrícola”.