Pauline Jaricot, mujer y laica, vivió en plena fidelidad al Evangelio y a la Iglesia
- On 23 de mayo de 2022
OMPRESS-LYON (23-05-22) Este sábado 21 de mayo tenía lugar en Lyon un coloquio titulado ‘La fertilidad de un carisma: Pauline Marie Jaricot y la Obra Misionera de la Iglesia’, que se desarrolló en el marco de la Asamblea General de las Obras Misionales Pontificias. Paulina, “es un modelo de santidad para hoy y especialmente para los jóvenes de hoy. Creatividad, generosidad y solidaridad se han combinado con la conciencia y la necesidad de actuar. Siempre a partir de la oración y una relación profunda con Dios, fuente de toda acción”. Así la describía Catherine Masson, historiadora y autora de la biografía más completa de la nueva beata, publicada en España en la BAC, con el título “Pauline Jaricot, 1799-1862, Biografía”.
Masson destacaba, en primer lugar, la figura y el trabajo pionero de Jaricot a lo largo de su vida. “Su familia de productores de seda católicos de Lyon sufrió la Revolución Francesa y su juventud transcurrió bajo la bandera de la idea de reparación y la idea de restauración, de querer restaurar la Iglesia y la nación, con un único leitmotiv: la gloria de Dios y la salvación de los hombres. Fue una mujer pionera, que actuó con la feminidad que se desprende de sus escritos, pero sin pretensiones feministas en un momento en que las mujeres eran explotadas o excluidas”. Así, “como mujer y laica, vivió en plena fidelidad al Evangelio y a la Iglesia, dirigiéndose, al comienzo de su obra, en primer lugar, a las mujeres y jóvenes sacándolas de la calle y de la prostitución, dándoles un trabajo y usando mucho vocabulario femenino”, explicó la estudiosa. Masson ha señalado además un punto fundamental: “Jaricot vivió de manera pionera el sacerdocio universal de los bautizados, que será proclamado por el Concilio Vaticano II, convencida del papel de la mujer, los laicos y los bautizados en la misión de la Iglesia”. “Sus compañeras, las mujeres ‘reparadoras’ pedían dinero y rezaban por la misión. Pauline comprendió la importancia de la solidaridad universal y según algunos su implicación es una especie de anticipación de la juventud católica”, ha añadido la estudiosa.
Un aspecto igualmente importante fue su compromiso social, también un anticipo de la obra de empresarios católicos como León Harmel y de la Rerum Novarum del Papa León XIII: “Pauline, viendo la explotación de la clase obrera, pensó que el mejor apóstol del trabajador es el trabajador mismo. Así concibe la idea de una fábrica cristiana, donde los trabajadores puedan llevar una vida profesional digna y también con la idea de formar trabajadores jóvenes que puedan, a su vez, traer mejoras para otros trabajadores y en otros lugares”. Recordando la experiencia de la fábrica de Rustrel en Provenza, Masson ha señalado que “Pauline será engañada y estafada y querrá devolver el dinero a quienes le habían prestado dinero para su empresa, en la que ella había invertido y había involucrado a otros inversores. Cayó en bancarrota por culpa de aquellos en los que había confiado”. El último aspecto que relata Masson es el de “una vida vivida al pie de la cruz”: “Pauline morirá en la pobreza viviendo un drama al pie de la cruz. En una vida transcurrida como mística, siempre en profunda cercanía a Dios, ofrece al Señor su propio sufrimiento y vive todo, cada paso, en la acción de la gracia. Jaricot pide a Dios, agradece y espera, como le enseñó su director espiritual. La síntesis de su espiritualidad es la oración que recita desde la confesión: Todo lo aprendí a tus pies, Señor; al pie de la cruz, a los pies de los pobres, al pie del altar, en la Eucaristía”. Su vida de oración tiene como referencia constante la oración del Rosario, “ya que ve, llama y reconoce a la Virgen María como Madre de la Iglesia”.
Catherine Masson ha concluido su intervención asegurando que “hoy Pauline Jaricot nos muestra cómo todos los cristianos están llamados a vivir en su tiempo, en el contexto en el que viven. Ella testimonia el realismo de la Encarnación, enseña a los bautizados a vivir la aquí y ahora de la gracia de Dios. Sus primeras acciones se completan antes de los 20 años: por eso es modelo del talento y del compromiso misionero de los jóvenes y, con la mirada puesta en Cristo, invita a todos los bautizados a vivir su vocación a la santidad”.