Paolo Manna: todo bautizado en estado de misión
- On 16 de enero de 2024
OMPRESS-ROMA (16-01-24) Hoy se celebra la memoria litúrgica del beato Paolo Manna, fundador de una de las cuatro Obras Misionales Pontificias, la Pontificia Unión Misional, una oportunidad para recordar a quien ha sido un verdadero faro de la misión ad gentes como responsabilidad de todos y cada uno de los bautizados. Con este motivo el pasado domingo 14 de enero, en el Colegio Urbano de Roma, el colegio de la misiones por antonomasia, se ha tenido una noche de oración y reflexión con unas vísperas solemnes dominicales y una mesa redonda sobre el tema “El Beato Paolo Manna y la actualidad de la animación y formación misionera en tiempos de Evangelii Gaudium”.
A los 22 años, el padre Paolo Manna, recién ordenado sacerdote, se dirige a Birmania (la actual Myanmar, donde siembra las primeras semillas del Evangelio entre la tribu Ghekkú. Fue quien evangelizó a los padres del primer beato nativo del país, Isidoro Ngei Ko Lat, un catequista, que fue martirizado junto con el padre Mario Vergara, sacerdote este perteneciente también, como Paolo Manna, al PIME, el Pontificio Instituto de Misiones Extranjeras. Manna enferma y tras 12 años de misión vuelve con gran pesar a Italia en 1907. En su país, el padre Pablo se dedicó a una intensa y variada actividad de animación misionera, con un lema contundente “Toda la Iglesia para todo el mundo”. En 1909 fue nombrado director de la revista “Le Missioni Cattoliche”, y publicó libros y artículos sobre los temas misioneros que consideraba más importantes. Lanzó varias iniciativas de cooperación misionera: adopciones, becas, folletos de oración por las misiones. Fundó nuevas publicaciones periódicas, como “Propaganda misionera” para las familias, “Italia misionera” para los jóvenes y, más tarde, “Venga tu Reino”, también para las familias, especialmente del sur.
Fue en 1915, cuando el padre Manna dio los primeros pasos hacia la fundación de la Unión Misional del Clero. Recibió un apoyo decisivo para realizar este proyecto de parte de Mons. Guido María Conforti, obispo de Parma, fundador de los Misioneros Javerianos (canonizado en 2011). Los estatutos de la Unión, presentados al Papa por el propio Conforti, fueron aprobados el 31 de octubre de 1916. En la encíclica “Maximum illud” (1919), Benedicto XV exaltó a la Unión Misional, expresando el deseo de que se estableciera en todas las diócesis del mundo. La idea básica era que se necesitaba empezar por el clero para poner a todo el pueblo de Dios “en estado de misión”. El padre Pablo estaba convencido de que “cada sacerdote por naturaleza, por definición, es un misionero”, pero constantemente necesita revivir la llama del celo apostólico en su corazón, porque “el misionero es por excelencia un hombre de fe: nace de la fe, vive de la fe, trabaja voluntariamente por la fe, por ella sufre y muere”.
En 1924 se le confió una nueva responsabilidad, particularmente exigente, la de dirigir como Superior General el Instituto de Misiones Extranjeras de Milán, que en 1926 se convirtió en el Pontificio Instituto para las Misiones Extranjeras (PIME) a instancias de Pío XI, quien lo unificó con el análogo Seminario misionero de los santos apóstoles Pedro y Pablo de Roma. En los diez años de gobierno, la pasión misionera del padre Manna se puso de manifiesto sobre todo en “conversaciones familiares”: cartas y meditaciones dirigidas a los hermanos de comunidad y publicadas en el boletín titulado “Il Vincolo”, un instrumento de animación, información y conexión entre los miembros del PIME de todo el mundo. Posteriormente todas estas cartas circulares fueron recogidas en un libro titulado “Virtudes apostólicas”, textos que actualmente constituyen un clásico de la espiritualidad misionera.