Ordenado diácono permanente el Delegado Episcopal de Misiones de Madrid

  • On 2 de junio de 2022

OMPRESS-MADRID (2-06-22) La archidiócesis de Madrid ha recogido las declaraciones de Manuel Cuervo, Delegado Episcopal de Misiones y desde el pasado sábado nuevo diácono permanente de esta Iglesia diocesana: “En lo que la Iglesia me pide concreto la voluntad de Dios”.

La emoción con la que Manuel Cuervo vivió el día de su ordenación diaconal permanente es palpable días después. También su amor a la Iglesia. Con una especial inclinación al carisma de las misiones de la Caridad, hace tiempo se enteró de que la santa de Calcuta hizo un voto privado: no decir nunca que no a lo que Dios le pidiera. “Yo no soy la madre Teresa, pero quiero no decirle que no a lo que la Iglesia me pida, porque en ello concreto la voluntad de Dios”. Por eso, dio su sí a Dios cuando supo que le llamaba al diaconado permanente y se fio de la Iglesia para continuar adelante con este “gran don”.

El pasado sábado, 28 de mayo, Manuel culminó un proceso de cinco años que ha hecho “muy de la mano de mi mujer, Cecilia, que ha comprendido muy bien la vocación”. “Ella también ha dicho sí, un sí a Dios y a la Iglesia en eso que me pide a mí». Porque «una ordenación no es cosa de uno», es un “signo de la Iglesia”, presente en rostros concretos que estuvieron con Manuel en su ordenación: las personas que lo acompañaron, pero también todos aquellos que sintió cercanos a través de la oración. El propio ritual lo dice: “Elegimos a estos hijos nuestros para el orden del diaconado”.

Es lo que llama Manuel “las caricias de Dios”. “Él se sirve de hombres para hacerse cercano« y viceversa, «nos utiliza a nosotros para llegar a otros hombres”. Bien lo sabe él, con experiencias misioneras y actual delegado de Misiones de la diócesis de Madrid: “Los misioneros son las respuestas de Dios a las necesidades espirituales de los hombres, que tienen sentido de trascendencia pero nadie les ha anunciado a Jesucristo”.

El día de la ceremonia, Manuel se despertó no nervioso, pero sí “muy emocionado”. Se lo dijo a uno de los diáconos permanentes de Madrid poco antes de comenzar la celebración. Su respuesta se le quedó especialmente grabada: “No es para menos, y más emocionado estarás cuando te postres”. Se refería al momento en que “toda la Iglesia pide a los santos que nos dejemos hacer en nuestra diaconía”. También llego el sábado con otra recomendación de un diácono permanente de Menorca: “Manuel, solo te vas a ordenar diácono una vez en la vida; disfrútalo”.

De la homilía del cardenal Osoro, destaca eso que por otro lado el arzobispo ya les ha recordado en otras ocasiones: la peculiaridad de su vocación, que aun recibiendo el primer grado del sacramento del Orden, están llamados a vivirlo también en su matrimonio, en su trabajo, con sus familias, amigos… Por eso es tan especial celebrar las ordenaciones diaconales permanentes en la colegiata de San Isidro. “Como nos dijo don Carlos, él fue un hombre casado como nosotros, un servidor y un santo humilde, y así es como, nos pidió, ‘tenéis que servir a la Iglesia’”. En este sentido, no podía pedir más Manuel: san Isidro aún expuesto para su veneración “en la capilla de al lado”, estar “en su casa”, y que fuera año jubilar. Y además, un fin de semana redondo para él: el sábado por la mañana, la Primera Comunión de una ahijada y por la tarde su ordenación; y el domingo, el envío de misioneros de la diócesis y, por la tarde, su primera predicación en Misa.

Junto a Manuel Cuervo recibieron la ordenación diaconal Dámaso Caminero, Pedro Caniego, Francisco Javier Saborido y Antonio Sáez.

 

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