Oración, testimonio y colaboración económica con el Domund
- On 16 de octubre de 2024
OMPRESS-CÁCERES (16-10-24) Son las tres propuestas que el obispo de Coria-Cáceres, Mons. Jesús Pulido, recuerda a sus fieles, puesto que todo miembro de la Iglesia es y debe ser un misionero. “Id e invitad al banquete”, el lema del Domund, clarifica además cómo se ha de serlo, es una invitación, no una imposición…
Queridos hermanos: El día 20 de octubre es el Domingo Mundial de las Misiones, más conocido como Domund. Es una cita obligada y destacada en el calendario católico: no podemos dejar pasar inadvertidamente que al menos un día al año celebramos que la razón de ser de la Iglesia es el anuncio del Evangelio y que todos, en cuanto miembros de la Iglesia, somos misioneros.
La primera acción misionera es, sin duda, la oración: rezar para que el mensaje del Reino llegue al confín de la tierra y todos los rincones y periferias de la sociedad.
Pero además todos podemos y debemos dar testimonio del Evangelio. Hay un célebre refrán español que reza: «No es lo mismo predicar que dar trigo». La mejor forma de predicar es dar trigo, poner en práctica la Palabra que escuchamos y tantas veces olvidamos o echamos en saco roto. El testimonio de una vida cristiana comprometida en el amor a Dios y el amor al prójimo es la mejor predicación de la Buena Noticia.
Jesús dijo a sus primeros discípulos: «Venid y veréis». Los invitó a su casa, donde vivía, para compartir la mesa y la vida. Y así fueron evangelizados. Y el cristianismo de los primeros siglos llamaba la atención de los paganos, que decían: «Ved como se aman», y se les juntaba cada vez más gente. El papa Benedicto XVI decía que la fe cristiana se extendió rápida y fuertemente en el mundo por la caridad cristiana ejercida y organizada, por el género de vida que llevaban los cristianos, honestos, generosos, comprometidos.
El papa Francisco ha elegido como lema de esta Jornada Mundial de las Misiones: «Id e invitad al banquete». De esto se trata: «Id e invitad»: no de convencer a nadie de unas ideas sublimes con grandes argumentos; ni tampoco de imponer a nadie unas normas de alta moralidad. Invitar al banquete de una vida compartida basada en la caridad. Esta «invitación» es la razón de ser de la Iglesia y todos estamos implicados. Quizás estábamos acostumbrados a que la gente viniera a la Iglesia, a misa. Hoy hay muchos que no van a venir. Nuestra misión es que todos reciban la invitación, salir a los cruces de los caminos para que nadie se sienta excluido. La boda está preparada, hay sitio para todos. Cristo murió y resucitó por todos.
Y la tercera forma de ser misioneros es la colecta de dinero que en este día se hace en todas las parroquias y comunidades cristianas para que los sacerdotes, religiosos y laicos que van a los países de misión tengan lo necesario para anunciar el Evangelio. Otras veces damos dinero contra el hambre en el mundo, para Cáritas, para Tierra Santa, por el Seminario, por la Iglesia diocesana, para el papa… Y está muy bien. Hoy el dinero que damos es para que se predique el Evangelio en todo el mundo. Colaborar con los misioneros no suple nuestra responsabilidad personal y comunitaria en la misión de la Iglesia. Pero todo va junto: quien reza y da testimonio, seguramente también colabora. El año pasado en nuestra diócesis se recogieron 79.084,85 euros, que llegaron fundamentalmente al continente africano donde están muchos de nuestros misioneros extremeños”.