Nueva comunidad misionera en el Vicariato Apostólico de Puerto Maldonado
- On 23 de febrero de 2022
OMPRESS-PERÚ (23-02-22) En estos últimos días se establecía en la provincia de Purús, en la región del Ucayali, una nueva comunidad misionera, conformada por cuatro religiosas de la congregación Las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, en el Vicariato Apostólico de Puerto Maldonado, uno de los ocho vicariatos de la selva peruana.
La comunidad está integrada por las hermanas Reyna Escate Pérez, Eva Castro Arocutipa, Rosmery Hanco Ayma y Mary Nelly Useca Cama. El establecimiento de esta comunidad misionera local hará que la labor de evangelización que se lleva a cabo con la población de esta zona que atraviesa el río Purús, uno de los principales afluentes del Amazonas, sea regular e ininterrumpida. Entre esta labor están las actividades propias de la vida parroquial, la evangelización en las comunidades, las clases de religión en los colegios, el reforzamiento de cursos para niños y jóvenes, el apoyo a las maestras artesanas de la zona…
El vicario apostólico de Puerto Maldonado, Mons. David Martínez de Aguirre, explicaba que la idea de proponer esta comunidad surge a raíz de que, en 2018, las Hermanas de la congregación Las Hijas de la Caridad decidieron iniciar una experiencia misionera en una zona de frontera, lejana y apartada como el Purús. “Esta es una noticia importante para nosotros porque esta congregación en la misión atiende, desde Puerto Esperanza y en toda la provincia del Purús, a una población de mil habitantes. Y en el resto del río Purús a unos cuatro mil indígenas de diferentes etnias”.
Es un llamado a ir por “nuevos caminos” y poner en marcha el compromiso de “establecer prioridades misioneras”, de acuerdo a los cuatro sueños expresados por el Papa Francisco en la Exhortación apostólica postsinodal “Querida Amazonía”. El primero; el de luchar por los derechos de los más pobres; el segundo, preservar la riqueza cultural; el tercero, que se custodie celosamente la abrumadora hermosura natural; y el último, que las comunidades cristianas sean capaces de entregarse y encarnarse en la Amazonía.