No hay casualidades en el plan de Dios
- On 14 de junio de 2024
OMPRESS-PERÚ (14-06-24) Julio Alonso Ampuero, sacerdote de la diócesis de Toledo, misionero en Lurín, Perú, diócesis en la que está volcada la misión diocesana de Toledo, comparte la historia de Lisseth, una de las que atesora de todos estos años colaborando en la pastoral penitenciaria, y haciendo que las rejas no sean un obstáculo para la misión.
“Cárcel de mujeres. Llegamos varios sacerdotes para confesar. Un buen número de internas están viviendo un retiro que organizan y dirigen las mujeres de Emaús. Al entrar, me saluda muy alegre y efusiva una mujer (después me dirá que tiene 39 años). Lisseth vivió el mismo retiro hace un tiempo y me dice que entonces confesó conmigo. La han trasladado de penal y ahora acompaña como servidora al equipo que dirige el retiro.
Cuando todas las participantes en el retiro han terminado de confesar, se acerca también ella. Hace su confesión. Noto que absorbe con avidez cada una de mis palabras. Después me cuenta que sale en libertad dentro de un mes y me pide el número de teléfono: desea bautizar a sus tres hijas (precisamente la mayor cumple al día siguiente 18 años).
22 horas más tarde, cuando aún no ha concluido el retiro, Lisseth sufre un infarto cerebral. Llega al hospital ya sin vida… Cuando me informan, mi corazón de pastor se estremece. Duele por su familia, por sus hijas sobre todo. Pero ella estaba preparada… Al terminar la confesión me había dicho: ‘Padre, no hay nada casual’. Y, en verdad, no hay casualidades en el plan de Dios, que nunca se equivoca. Todo estaba previsto y preparado en el corazón del Buen Dios. A la luz de lo ocurrido 22 horas después, en las palabras de la absolución resuenan otras del Evangelio: ‘Hoy estarás conmigo en el Paraíso’.
Me había dicho también: ‘Cuando salga voy a evitar las malas compañías’. Y, en efecto, ahora está en la mejor compañía: los santos y los ángeles han salido a recibir a esta hija que estaba perdida y fue encontrada. Y hay alegría en el cielo y en el corazón de Dios. Ahora Lisseth es totalmente y definitivamente libre…”.