“Misioneros por el mundo” en Paraguay: un país abierto al Evangelio

“Misioneros por el mundo” en Paraguay: un país abierto al Evangelio

  • On 27 de noviembre de 2023

OMPRESS-MADRID (27-11-23) “Misioneros por el mundo” llega el próximo viernes, 1 de diciembre, a las 21:15h, a Paraguay, para mostrar cómo es la misión en una ciudad como Asunción y en un territorio indígena donde la iglesia es todavía muy joven, el Vicariato Apostólico de Pilcomayo.

Mariano García Díaz es un sacerdote jesuita nacido en Canales, Granada, que lleva casi 60 años evangelizando a niños y jóvenes paraguayos a través de la educación, para que tengan siempre como “modelo” a Jesús. El misionero recuerda que hace 53 años, el Colegio Técnico “Javier” comenzó su andadura en un barrio carenciado de Asunción, que con el tiempo ha progresado, y el colegio acoge hoy a 1.000 alumnos de clase media. Lo primero que hizo Mariano al llegar a Paraguay fue aprender el “guaraní”, algo importante para acercarse a las personas y decirles que “hay una esperanza”, según entiende él la misión. Y durante todos estos años ha comprobado que “la Palabra de Dios, el Evangelio, tiene una gran acogida en Paraguay”.

El jesuita afirma que “la labor misionera es importante en todas partes”, pero recuerda que en Paraguay tiene una relevancia especial ya desde los primeros momentos, cuando “en las misiones jesuíticas se formaba no solo en la doctrina cristiana, sino en el modo de vivir”, porque “la formación tiene que ser integral”.

Marta, es una sevillana que trabaja en el Colegio “Javier” y conoce bien al padre Mariano. Llegó como voluntaria al Bañado Norte en 1994, una zona de mucha pobreza, porque quiso tener la experiencia de “pasar por donde pasa la mayoría, que son los pobres, y me vine al Bañado, donde hay una situación marginal y de pobreza bastante elevada”. Aunque en principio llegó para estar solo un año, lleva 30 en Paraguay, un país que le da “cable a tierra” y le recuerda permanentemente que “somos muchos, que no todo es Sevilla, y que no todos tienen calidad de vida”.

En el norte de Paraguay, a 12 horas en coche desde Asunción, ocupando parte del Chaco Paraguayo, se encuentra el Vicariato de Pilcomayo, un territorio de misión al que las Obras Misionales Pontificias ayudan anualmente en sus gastos pastorales. Hace casi un siglo, los Oblatos alemanes fueron los primeros misioneros que llevaron la Palabra de Dios a esta región. Por eso no es extraño encontrar allí al padre Miguel Fritz, un sacerdote alemán de los Oblatos de María Inmaculada, que ejerce actualmente como administrador apostólico del Vicariato.

En el año 2000 se consagró la Catedral de Santa María en Mariscal, sede del Vicariato, y ese año se abrió también un pequeño museo misionero. El museo quiere “recordar la historia”, por eso tiene secciones dedicadas al mundo indígena (con el que los misioneros se comprometieron desde el comienzo); a la misión (con muchos de los objetos utilizados por los primeros misioneros); y también a la guerra del Chaco, que como dice el padre Miguel, “afectó sumamente a la misión y a los indígenas”.

En la comunidad de Santa Teresita ‒una comunidad que el Papa Juan Pablo II visitó en 1988‒, la misión se inició en los años 40 con muchos indígenas traídos de Bolivia y pertenecientes a tres etnias distintas: guaraníes, nivaclé y guaraní-ñandéva. Miguel afirma que sin cortar con su cultura, sus raíces o su memoria histórica, estos pueblos tienen que descubrir “hacia dónde va su futuro”, de qué pueden vivir. Y esto es algo que les falta descubrir más plenamente no solo a los indígenas, sino a los paraguayos en general, según opina el padre Miguel.

Algunos de ellos han podido estudiar en la universidad y otros tienen responsabilidades importantes en la propia comunidad, como María Concepción, directora de la escuela primaria. Para ella esta es una tierra “santa” porque acogió a san Juan Pablo II y aunque en el momento de la visita papal era muy jovencita, recuerda que fue una oportunidad importante para manifestar la situación de discriminación que sufrió el pueblo indígena. Mª Concepción cree que después del viaje del Papa hubo un “cambio”, aunque se está dejando otra vez “el acompañamiento” al pueblo indígena. En la actualidad quedan pocos misioneros en el Vicariato, pero son muy importantes porque con ellos, como afirma Mª Concepción, los indígenas tienen más fuerza para plantear sus reivindicaciones al gobierno.

El administrador apostólico explica que el Vicariato no ha alcanzado todavía la categoría de “diócesis” y por tanto tiene todas las necesidades de una iglesia que se está formando (incluidos los sacerdotes) y las relativas a una gran superficie. El Vicariato de Pilcomayo tiene 125.000 kilómetros cuadrados, la mitad de Chaco Paraguayo y casi la tercera parte de todo el Paraguay. Las Obras Misionales Pontificias cubren las necesidades económicas de territorios de misión como este, enviando un subsidio anual, que contribuye a sufragar los gastos ordinarios de la diócesis.

Todos los programas de “Misioneros por el mundo” se pueden ver en el canal de Youtube OMP en los medios.

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