Misión y martirio: amó a Cristo en su vida, lo imitó en su muerte
- On 19 de abril de 2023
OMPRESS-ROMA (19-04-23) El Papa Francisco ha continuado hoy, en la Audiencia General, con sus catequesis sobre la evangelización y el celo apostólico, abordando el testimonio de los mártires, que ayer y sobre todo hoy, subrayaba, “vierten su sangre para confesar a Cristo”. Tras la generación de los apóstoles, ellos fueron por excelencia los “testigos” del Evangelio: “En un principio la palabra mártir indicaba el testimonio dado todos los días, después se utilizó para indicar al que da vida”.
Los mártires, sin embargo, advertía el Papa “no deben ser vistos como ‘héroes’ que actuaron individualmente, como flores que brotan en un desierto, sino como frutos maduros y excelentes de la viña del Señor, que es la Iglesia”. El Espíritu les ha llevado a “establecer su vida sobre la base de ese misterio de amor: es decir, sobre el hecho de que el Señor Jesús había dado su vida por ellos, y por tanto también ellos podían y tenían que dar la vida por Él y por sus hermanos”. Recordaba la frase de San Agustín al hablar del mártir San Lorenzo, diácono de la Iglesia de Roma: “Amó a Cristo en su vida, lo imitó en su muerte”. Recordaba el Papa que hoy los mártires “son más numerosos en nuestro tiempo que en los primeros siglos”. Muchos, además, “al confesar su fe cristiana son expulsados de la sociedad o van a la cárcel… Son muchos”. Un testimonio cristiano “presente en todos los rincones del mundo”.
Finalizaba el Papa Francisco recordando a las mártires del Yemen, las Misioneras de la Caridad que allí han dado su vida. Y aún así las hermanas han seguido estando presentes para ofrecer “asistencia a ancianos enfermos y personas con discapacidad”, acogiendo a todos sin importar la religión, “porque la caridad y la fraternidad no tienen fronteras”. Recordó como “en julio de 1998, la hermana Aletta, la hermana Zelia y la hermana Michael, de camino a casa después de misa, fueron asesinadas por un fanático porque eran cristianas. Más recientemente, poco después del estallido del conflicto en curso, en marzo de 2016, las hermanas Anselm, Marguerite, Reginette y Judith fueron asesinadas junto con algunos laicos que les ayudaban en la obra de caridad entre los últimos. Son los mártires de nuestro tiempo. Entre estos laicos asesinados, además de cristianos, había fieles musulmanes que trabajaban con las hermanas. Nos conmueve ver cómo el testimonio de la sangre puede unir a personas de diferentes religiones”.
El Pontífice invitaba a rezar “para que no nos cansemos de dar testimonio del Evangelio incluso en tiempos de tribulación. Que todos los santos y santos mártires sean semillas de paz y de reconciliación entre los pueblos para un mundo más humano y fraterno, en la espera de que el Reino de los Cielos se manifieste plenamente, cuando Dios sea todo en todos”.