Los niños de Tete, vidas duras con esperanza
- On 17 de enero de 2025
OMPRESS-MOZAMBIQUE (17-01-25) La misionera Sonia Valiño, de las Franciscanas Misioneras de la Madre del Divino Pastor, está en Mozambique desde el año 2005 volcada en la ayuda a los niños, que viven situaciones muy difíciles, pero, a la larga, se ven los frutos de tanta dedicación y cariño.
P: ¿Qué labor lleváis allí las hermanas?
Básicamente trabajamos con niños, con la infancia, en una escuela infantil para pequeños de 3 a 5 años y. después, llevamos un proyecto también con los niños de la calle, con niños que se dedican a la venta por las calles de Tete, la ciudad en la que estamos. Con estos últimos llevamos adelante el proyecto llamado “Amigos de Jesús”. Surgió de la iniciativa de un padre jesuita que no está en este momento en Mozambique. Es una labor bonita porque, porque es en red. Hay implicados jesuitas, las hermanas Franciscanas Misioneras de la Madre del Divino Pastor y está también una asociada, una laica, que es el pilar realmente del proyecto. Hay gente además que, desde España, desde La Coruña, gente que nos apoya desde Portugal.
P: ¿Qué es lo más duro y lo más bonito que vives en un proyecto así con niños en Mozambique, porque es una realidad algo complicada?
Lo más duro es, a veces, la impotencia, sobre todo en el tema de la salud. Afrontar esto es muy difícil. Y lo más bonito es la convivencia diaria, es la alegría de estos niños y lo que tú les puedes dar, que por poco que sea para ellos es muy grande. Es la alegría de cada día, el poder estar presente en estas realidades que son tan difíciles y antes las que uno se siente impotente, pero siempre aparecen ángeles por todos los lados y vamos saliendo.
P: ¿Cuál es la situación de estos niños que venden por las calles?
Los niños tienen sus familias, pero hay familias muy desestructuradas. Los niños recorren distancias muy grandes, desde los barrios hasta la ciudad. En ocasiones viven con sus abuelos, sus padres han muerto por sida, o con sus tíos, que no siempre los tratan bien. Es complicado para ellos. Caminan de sol a sol en Tete, a 40 grados, así casi todo el año. Me impresiona verlos llegar, dejar sus cestas allí en el lugar donde comen y se acuestan a dormir, porque les duelen las piernas, están cansados, están derrotados. La realidad es dura.
P: ¿Qué pinta el Evangelio en todo esto? ¿Cómo percibes tú que puede ir cambiando esta realidad tan dura que nos cuentas?
La gente es muy, muy religiosa. De eso nosotros también aprendemos. Somos religiosas, lo vivimos, pero lo palpamos después allí. Sin Dios no hay nada y ellos te lo dicen, saben que no se puede vivir sin Él. Esto les cambia la vida. Cuando hay un encuentro con Jesús, recuerdo a un joven, esto cambia la vida. Ahora él ha unido a 40 jóvenes, con los que está trabajando, a los que se ayuda y se ayudan entre ellos. Cuando uno de ellos está enfermo, allí están. O sea que, que el Señor está ahí, o sea, Jesús está ahí y es el que mueve. Estoy convencida e ellos.
P: ¿Cómo os coordináis las hermanas en este proyecto de “Amigos de Jesús”?
Somos una comunidad de siete y cada una tiene su labor. Hay una hermana que está en salud, trabajando en salud, en un centro de salud, hay otra hermana que trabaja en la educación. Después claro, tenemos todo el tema pastoral. Coordinamos a laicos asociados que, a veces, son ellos los que nos impulsan. Nos dicen venga, venga, vamos… Tenemos allí o al otro lado. Se da formación, se acude al hospital porque hay situaciones difíciles. Lo que descubres es que hay que trabajar en red, en comunidad, para afrontar los momentos difíciles.
P: En estos años que llevas allí habrás visto la evolución de estos niños, ¿hay alguno que te haya llamado la atención?
Un chico, de una familia con muchas dificultades, miembro del movimiento juvenil franciscano. Se le ayudó en los estudios. Iba siempre con nosotros a la cárcel, se implicaba mucho y su sueño era pues ayudar a aquellas personas que estaban en la cárcel. ¿Qué quieres estudiar?, le pregunté un día. Yo quiero ser abogado. Pues ya es abogado Logró su sueño y está ayudando a la gente que está en la cárcel, sigue implicado en el movimiento franciscano y sigue con los “Amigos de Jesús”. Es un claro testimonio, pero hay otros, informáticos, enfermeras… Gente formada gracias a este grupo de personas que han creído en ellos.
P: Un último mensaje…
Creo que lo más importante es que recemos unos por los otros. Los misioneros necesitamos oraciones, y nosotros sabemos que vosotros, desde aquí, también necesitáis nuestro apoyo. Es recíproco. Somos familia.