Los misioneros agustinos de África recuerdan la cercanía del Papa León XIV

  • On 12 de mayo de 2025

OMPRESS-KENIA (12-05-25) “Lo conozco personalmente desde hace años”, declaraba el padre Robert Karanja Ireri, superior de la Orden de San Agustín en Kenia. Cuando fue Superior General de la Orden, el nuevo Papa “ayudó a sentar las bases de varias misiones en la diócesis de Embu, y en las archidiócesis de Nairobi y Kisumu”. Hace cinco meses, en diciembre, el entonces cardenal Prevost visitó la sede internacional de la Orden en Nairobi, la capital de Kenia, para consagrar la capilla. Los agustinos de Kenia tienen sentimientos encontrados: “Estamos agradecidos a Dios, pero también profundamente conscientes de la carga del papado”, por lo que rezarán por él ahora que se embarca en esta gran misión. El Papa León XIV “tiene un don para escuchar, dialogar y construir consensos. Es un constructor de puentes, cualidades que serán cruciales a medida que la Iglesia continúa interactuando con un mundo herido e inquieto”. El padre Ireri señala que seguro que “continuará centrándose en las periferias, los migrantes, los pobres y los marginados, aunque quizás con un estilo y un método diferentes. Su enfoque es amable, persuasivo y profundamente espiritual”.

El padre agustino Michel Mivunguba Kaneru, en la República Democrática del Congo, reconoce que la elección del Papa le afectó tanto que “empecé a llorar, porque no me lo esperaba. Y verlo en el balcón fue una gran alegría para nosotros, una emoción imposible”. Recuerda varias estancias del nuevo Papa en el gran país africano. El padre Michel le acompañó en un viaje en el que no se limitó a ir a Kinshasa, recorrió más de 2.000 kilómetros en avión hasta Issiro. Luego tomó el camino para llegar a la parroquia de Doungou, en Haut-Uélé. “Quería experimentar lo que hacemos. Llegamos adonde necesitábamos, recorriendo grandes distancias, en condiciones de carretera muy difíciles”. Recuerda que “comió lo mismo que nosotros” y nunca exigió nada.

Las mismas emociones que en el Congo han vivido la comunidad de misioneros agustinos misioneros de Doungou, cerca de la frontera con Sudán del Sur. Siete frailes agustinos, incluido el padre Blaise Mbiko Yezu, estaban allí cuando el entonces Superior General, Robert Prevost llegó en 2010. El padre Blaise le recuerda como “alguien que no tiene límites, que puede entrar en el mundo, no solo de los grandes, sino también de los más pequeños. Siempre teníamos vísperas a las 6:30 p.m., y él siempre era el primero. Es un hombre de meditación, pero también disciplinado en su vida espiritual”. A este agustino le gustaría que el centro de formación profesional que dirigen en Doungou llevara el nombre de León XIV.

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