Los catequistas en Myanmar, verdadero rostro de la Iglesia

Los catequistas en Myanmar, verdadero rostro de la Iglesia

  • On 1 de junio de 2023

OMPRESS-MYANMAR (1-06-23) Hace exactamente un año daba sus primeros pasos el Centro de Formación de Catequistas “San Pedro y San Pablo” de la archidiócesis de Rangún, en Myanmar. Con el apoyo de las Obras Misionales Pontificias este centro dará formación a catequistas de todas las diócesis birmanas. Se trata de una apuesta de la Iglesia birmana por dar una formación sólida a estos laicos que, en muchos casos, son la presencia viva de la Iglesia en sus comunidades.

Es lo que decía el Papa Francisco, al instituir el ministerio de catequista, y cómo el Espíritu llama a hombres y mujeres “que salgan al encuentro de todos los que esperan conocer la belleza, la bondad y la verdad de la fe cristiana”. Las Obras Misionales Pontificias dedican una parte significativa de la generosidad de tantos fieles del mundo a apoyar a los catequistas, sobre todo en las diócesis de África y Asia, como en este caso. Los catequistas en estas diócesis son el rostro de la Iglesia. Solo en la archidiócesis de Rangún hay 107 catequistas.

El Curso que acaba de finalizar en el “San Pedro y San Pablo” ha contado con 19 alumnos, que se forman en las cuatro grandes áreas que les ayudarán en su labor de catequistas: humana, intelectual, espiritual y pastoral. Como explican los responsables del Centro, al fomentar el crecimiento integral de los candidatos, se fortalecen las relaciones humanas entre los miembros de la comunidad. Las actividades cotidianas, desde la liturgia hasta el mantenimiento general, están coordinadas por grupos de servicio dirigidos por personas designadas para ello. Los estudiantes tienen la oportunidad de organizar y participar en las actividades de la comunidad. Dado que los estudiantes proceden de diferentes diócesis y tienen distintos niveles de educación, se les ayuda personalmente para superar las dificultades a la hora de seguir los diversos cursos, sobre todo porque algunos tienen poco conocimiento de la lengua oficial birmana, al provenir de minorías étnicas.

Las materias principales que se imparten son: Antiguo Testamento, Nuevo Testamento, Catecismo, Liturgia e Historia de la Iglesia. Las asignaturas menores son Música e Himnos, Espiritualidad para Catequistas, Crecimiento Personal, Comunicación Social y Conocimientos Médicos. Además los estudiantes tienen la oportunidad de asistir a talleres y seminarios sobre diferentes temas: salud, liderazgo, construcción de la paz, apostolado bíblico, método de enseñanza del catecismo.

En cuanto a la vida espiritual, los alumnos participan en la oración matutina, la meditación, la Santa Misa y el rezo vespertino del rosario; la adoración del Santísimo Sacramento, la oración nocturna; además los sábados tienen lugar los retiros espirituales y la Lectio Divina todos los jueves. Los domingos se ofrece a los alumnos una actividad pastoral-misionera en la cercana Parroquia de San Pedro y San Pablo para animar y preparar a los niños y jóvenes para la catequesis.

Para adquirir experiencia pastoral, durante el verano, que lógicamente en Myanmar como en todo el hemisferio sur comienza en diciembre, los estudiantes son enviados a algunas parroquias para enseñar el catecismo a los niños de Primera Comunión, Confirmación y para aprender y practicar la lengua Karen, propia de una de las grandes minorías presentes en el país..

La idea es que una vez finalizado el periodo de formación de dos años, los estudiantes continúen con algunos cursos de formación profesional, lengua inglesa, costura, enfermería, cursos de conducción, que duran unos meses.

El sistema que se sigue en las diócesis de Myanmar es que los catequistas se dividan en dos grupos, uno a tiempo completo y otro a tiempo parcial. Después de terminar el bienio de estudios y recibir su diploma, los catequistas, al regresar a sus respectivas parroquias para comenzar su servicio pastoral, comienzan su trabajo a tiempo parcial. Después de tres años, y de un periodo de preparación, pueden comprometerse a trabajar a tiempo completo. Es en ese momento, cuando, con una solemne celebración eucarística, serán elevados a la condición de catequistas, dedicando toda su vida al servicio de Dios y de la Iglesia.

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