“Llevo 10 años esperando el encuentro con el Señor”
- On 25 de junio de 2025
OMPRESS-NAVARRA (25-06-25) El pasado 20 de junio fallecía, en la Residencia del Seminario de Pamplona, el misionero del Instituto Español de Misiones Extranjeras (IEME), Cirilo Orradre Paternáin, a los 88 años. Solía decir que “un misionero nunca se jubila” y hablaba de lo mucho que había aprendido en sus años como misionero.
Cirilo estudió Filosofía y Teología en el Seminario de Misiones en Burgos. Destinado a Japón, paso antes por California para aprender el inglés y apoyar a la misión en Japón. Hasta los 75 años estuvo anunciando el Evangelio, sobre todo en la Diócesis de Osaka. Un verdadero testigo de Jesús, con una sabiduría popular y un sentido del humor característicos, se hacía querer y creaba muy fácilmente fraternidad.
Hace tres años escribía: “A los 75 años en Kobe era párroco de una Iglesia grande. A la Misa de japonés venían más de 200 y a la de inglés unos 500. También teníamos misas en portugués, castellano, coreano y yo me sentía como que mantenía la Parroquia pero no tenía ni edad ni fuerzas para innovar nada. Consulté con el Arzobispo Ikenaga y me pidió un par de años más al frente de la parroquia. Le dije que después de dos años me iba a pedir lo mismo y que yo ya había hecho la decisión de jubilarme. ¿Razones? Le dije dos: quería volver a mis raíces, en 45 años en Japón no había hecho nada por mi familia. Quedan 7 hermanos-as y quería estar cerca de ellos. La segunda era que yo quería prepararme con paz y rezando mucho el definitivo encuentro con el Señor que lejos no podía estar. Llevo 10 años esperando ese encuentro y no llega, aunque prisa tampoco tengo”.
Ayer, 24 de junio, fallecía otro gran misionero, también en Pamplona, Rafael Janín Orradre. Tenía 90 años. Su vida transcurrió como formador del Seminario de misiones, unos años de presencia en Ruanda con la misión diocesana de Pamplona, y la mayor parte de su vida en Togo, primero en la diócesis de Atakpamé y, luego, en la de Dapaong. Aquí fue canciller-secretario y formó y construyó una nueva parroquia, la de Santa Mónica. Misionero entregado a la causa de Jesús, con una gran fineza intelectual, y llevaba el IEME en su corazón. El caminar con los compañeros, el crear espíritu de familia fue fundamental para él.
En 2015, Rafael escribía desde su querido Togo: “Cuando vine a Dapaong hace exactamente 25 años, había seis curas nativos y ocho parroquias; ahora –sin contar los sacerdotes religiosos, pero nativos– hay 37 curas y 18 parroquias y otra más en proyecto. En la capital había una sola, ya hay cuatro y se siente la necesidad de una quinta, para llegar a las de los ‘cinco bonetes’ con las que Pamplona ha vivido durante siglos (Rafael hacía mención a las cinco tradicionales parroquias de Pamplona). A los africanos les suelo decir: yo estoy aquí porque soy misionero, porque tengo esta vocación; vosotros sois misioneros por vivir aquí, porque estáis en ambiente de primera evangelización. Ahora esto vale para nosotros en Navarra, en España, en Europa: antes ayudábamos a los misioneros que se iban allá siguiendo su vocación; ahora todos somos misioneros, porque la misión está también aquí”.