León XIV, heredero de la pasión por la misión de los agustinos
- On 28 de mayo de 2025
OMPRESS-VALLADOLID (28-05-25) 3.000 religiosos de la Orden de San Agustín partieron con destino a Filipinas, y 2.000 de ellos lo hicieron desde el Colegio de los Padres Agustinos de Valladolid. Es una de las proezas misioneras de esta Orden, para la que la misión ha sido siempre un destino natural, como lo fue en su momento para el religioso agustino Robert Prevost.
El Colegio de Valladolid, que visitó y en el que se hospedó en mayo de 2008 el actual Papa cuando era prior general de la Orden, guarda entre sus muros un verdadero tesoro: es el Museo Oriental. Se trata de una colección de piezas traídas de las misiones agustinas en Filipinas, China y Japón. Independientemente del valor incalculable de muchas de las piezas de este museo, lo que sí muestra esta exposición de nada menos que 18 salas, es una historia de evangelización y cariño. Son “recuerdos” atesorados y enviados a casa por quienes en muchos casos partieron para no volver a ella. Estos miles de agustinos marchaban a la misión con los tres signos del verdadero misionero: ad extra, fuera; ad gentes, a quienes no conocen a Cristo; y ad vitam, un para siempre que a algunos les llevó al martirio.
En 1565 llegaba a Filipinas la expedición de Miguel López de Legazpi, ayudado por la pericia marinera del agustino Fray Andrés de Urdaneta, que había navegado con Juan Sebastián Elcano antes de hacerse religioso. Con él iban otros cuatro agustinos que fueron los primeros evangelizadores del que hoy es el país más católico de Asia. Filipinas sería el centro neurálgico de la actividad misionera de los agustinos, pero ya en 1575 Fray Martín de Rada y Fray Jerónimo Marín viajaron a China, convirtiéndose en los primeros españoles en llegar al “País del Centro”. A Japón llegarían en 1584 los religiosos Francisco Manrique y Mateo Mendoza. Ininterrumpidamente y durante cuatro siglos partieron 3.000 religiosos que tenían el mismo destino que los nombrados. El Museo Oriental, con sus tres divisiones, China, Japón y Filipinas, muestra cómo era el mundo que encontraron. Piezas de porcelana y jade, incluso cerámica neolítica, kimonos y madera lacada, máscaras, armas, marfil increíblemente trabajado… exhiben la admiración y el cariño que sentían aquellos religiosos por la cultura y, sobre todo, las personas a quienes iba destinada la predicación del Evangelio.
La labor de los agustinos en Filipinas resulta impresionante. Fundaron y administraron 130 pueblos, 187 iglesias y conventos, 90 escuelas, 3 asilos de beneficencia, 7 colegios mayores, una universidad y 272 parroquias. Además, descubrieron aguas medicinales, construyeron carreteras, caminos y puentes y publicaron numerosos libros de historia, gramática, lenguas, catecismos, obras botánicas, etc. En 1898, el momento en que acaba la presencia española en Filipinas, de los agustinos dependían casi dos millones y medio de fieles. Su labor la continuarían los mismos religiosos filipinos que desde el primer momento se sumaron a la labor misionera de sus hermanos llegados de la lejana España. Hoy en Filipinas hay nada menos que dos provincias agustinas, la Provincia del Santo Niño de Cebú, con 136 religiosos profesos, 19 comunidades y numerosas instituciones de apostolado, además de otros 24 religiosos misioneros en diversos países del mundo; y la Provincia del Santísimo Nombre de Jesús de las Filipinas, creada hace muy poco, en febrero de 2022, que cuenta con 47 religiosos con siete comunidades en Filipinas y una en China.
Las palabras del Papa León XIV, al aparecer por primera vez en el balcón de San Pedro, el pasado 8 de mayo, adquieren toda su profundidad: “Soy un hijo de San Agustín, agustino, quien ha dicho: «Con vosotros soy cristiano y para vosotros obispo». En ese sentido podemos caminar todos juntos hacia la patria que Dios nos ha preparado. ¡A la Iglesia de Roma, un saludo especial! Debemos buscar juntos cómo ser una Iglesia misionera, una Iglesia que construye puentes de diálogo, siempre abierta a recibir, como esta plaza, con los brazos abiertos a todos, a todos aquellos que tienen necesidad de nuestra caridad, de nuestra presencia, del dialogo y del amor”.